El carrusel europeo de Woody Allen toca su fin... y toca fondo. Paradójicamente lo hace en Roma, una ciudad que ha servido de inspiración para tantos pero que ha cogido al bueno de Woody en horas bajas. Una comedia de historias entrecruzadas que empieza a buen nivel pero que va perdiendo interés a pasos agigantados. Ninguno de los relatos está suficientemente bien construido como para sostenerse durante las dos innecesarias horas que dura la película. Y no es un problema de actores, la gran mayoría correctos en su interpretación, sino de guión. Un guión hecho con poco amor, con demasiadas cosas sin atar y sin explicar, que te deja la sensación de haberse escrito con prisa y con poco dinero.

Pero aún con todo, no olvidemos que estamos ante una comedia de Woody Allen, y una mala película de este director equivale a una buena de muchos otros. Reirte te reirás, y al fin y al cabo es por ello por lo que has pagado la entrada. Ahora sólo queda esperar que Woody Allen se recupere del calor europeo y se prepare bien su próximo paso cinematográfico.

Lo mejor: es una película de Woody Allen.
Lo peor: no hay nada suficientemente interesante que contar como para estirarlo casi dos horas.