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España España · Granada
Voto de Kikivall:
7
Comedia. Fantástico Fontecilla, un pueblo que vivió tiempos de esplendor gracias a la fama de su balneario, sobrevive a duras penas gracias al campo y a un limitadísimo turismo que apenas deja beneficios; ni siquiera el tren para ya en la estación. Don Ramón, el dueño del balneario, harto de su escasa y poco aristocrática clientela, en connivencia con el alcalde, el maestro, el barbero, el dueño del hotel y don José, un acaudalado propietario, urde un ... [+]
2 de mayo de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quinta película de nuestro genial director García Berlanga. No es con mucho la mejor de los que realizó, comparado con la rodadas en 1951, Esa pareja feliz; ¡Bienvenido Mr. Marshall!! (1953); en 1961, Plácido; o, de 1963, El verdugo. Pero no deja de ser una cinta esperpéntica, con el inequívoco sello berlanguiano y fuerte carga satírica a pesar de la censura, aunque se echa en falta la acidez crítica de su gran colaborador en tareas de guión, Rafael Azcona.

Esta la película pasó por episodios auténticamente sorprendentes y curiosos. Originalmente el inicio de esta obra tuvo su origen cuando Berlanga acudió con su familia a Cuevas de Vinromá, un pueblo de Castellón, a presenciar un supuesto milagro que tenía lugar allí. Cada jueves, la Virgen se aparecía a unos niños. Basado en este hecho nuestro director inventa un pueblo, Fontecilla (modernismo del nombre Fuentecilla), unos señores codiciosos y un santo al que apelar, San Dimas, un santo medio inventado que representa supuestamente al buen ladrón que, según el evangelio de San Lucas murió a la diestra de Jesús crucificado, a quien le prometió el Paraiso..

La cuestión es que Berlanga iba a acabar la película con una escena en que el protagonista Mauro en éxtasis espera inútilmente un milagro de San Dimas que no se iba a producir. Pero hete aquí que cuando ya el guión estaba casi escrito, el productor Ángel Martínez, por dificultades financieras, vende la compañía a una empresa vinculada al Opus Dei, que consideraban el final que Berlanga había pensado, inaceptable. Así, se suprimieron y añadieron escenas, intervino otro director –Jorge Grau Solá- en el rodaje de imágenes adicionales, se introdujeron cambios de diálogo en la mismísima sala de doblaje y el lioso desarrollo del proyecto culminó hace unos años en el descubrimiento por la Filmoteca Nacional de dos versiones distintas.

Luis García Berlanga realiza con estos mimbres “retocados” por la censura, una película propiamente de su estilo, una cinta extravagante en un entorno rural, graciosa y a la vez con dobles y triples lecturas. El guión de esta co-producción italo-española fue reescrito por el propio García Berlanga (y el impuesto por la censura José Luis Colina), con argumento de Berlanga, de manera muy ingeniosa y cargada de ironía, concluyendo en un divertimento de primer orden. Excelente música de Franco Ferrara y meritoria fotografía en blanco y negro de Francisco Sempere.

Se puede decir que este film, de manera cauta y camuflada, se burla de muchas cosas. Se burla del gregarismo a que es inducido el fervor religioso de la gente sencilla y manipulada; de la misma religión, tan presente y activa en la sociedad civil, de su capacidad de influjo; se mofa del modo en que la religión se utiliza como instrumento de poder; de la cultura pícara y oportunista de los ricachones, de su egoísmo; se guasea de la la mirada obtusa de los gobernantes y gente de dinero que no buscan el bienestar del pueblo sino su beneficio particular inmediato. Y nos habla Berlanga de la pobreza intelectual, de los pobres contenidos que se transmiten en la escuela, contenidos absurdos, el recurso al castigo físico; y evidencia la dificultad de comunicación entre personas y grupos sociales, mostrando el machismo y la misoginia reinante manifestada en la exclusión de la mujer de los papeles protagónistas.

El reparto es de lujo para la época, con grandes actores como José Isbert (genial como siempre, como Don José-San Dimas), el norteamericano Richard Basehart (muy correcto como San Dimas), elevado nivel del italiano Paolo Stoppa, Alberto Romea encomiable, Juan Calvo, José Luis López Vázquez (joven y talentoso como el párroco del pueblo), Félix Hernández, Manuel Alexandre (magnífico como Mauro, el tonto), Mariano Ozores (grande), Luisito Varela (que es el conocido actor teatral, de doblaje y TV Don Luís Varela de niño), estupenda Guadalupe Muñoz-Sampedro y Félix Briones.

Este es uno de los casos cinematográficos más evidentes de lo que pudo ser y no fue. Con la temática de las apariciones, tan típica de nuestra sociedad de los cincuenta a los setenta, esta cinta habría podido ser una de las películas más grandes, críticas y lacerantes de Berlanga.

El escandaloso dato sobre esta película es así: aunque se había estrenado por primera vez en 1957 en Italia con el título Arrivederci Dimas, en España se estrenó el 2 de febrero en 1959 en el Cine Capitol de Madrid con el título que ya sabemos: Los jueves, milagro; permaneció diez días en cartel; significó el mayor fracaso en la carrera de Berlanga; la película recaudó sólo 9.075 pesetas (algo menos de 60€); asistieron 236 espectadores. En fin, desde la finalización de esta película, Berlanga tardaría cuatro años en dirigir una la siguiente, cuando realizó Plácido. Así eran las cosas en aquellos entonces.

Pero a pesar de todas estas contingencias, y de que no tuvo éxito en su momento ni el suficiente reconocimiento posterior, o de resultar mermada en su causticidad por la censura de la época en su último tramo, estamos ante una obra cómica muy divertida y de hondo calado social, incluso me atrevo a decir que una obra cumbre.

Poco después un genio de las letras llamado Rafael Azcona se cruzaría en su vida, y entre ambos cambiarían para siempre el cine español con películas como las que he mencionado al principio de esta crítica.
Kikivall
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