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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Drama Sentaro tiene una pequeña pastelería en Tokio en la que sirve dorayakis (pastelitos rellenos de una salsa llamada "an"). Cuando una simpática anciana se ofrece a ayudarle, él accede de mala gana, pero ella le demuestra que tiene un don especial para hacer "an". Gracias a su receta secreta, el pequeño negocio comienza a prosperar. Con el paso del tiempo, Sentaro y la anciana abrirán sus corazones para confiarse sus viejas heridas. (FILMAFFINITY) [+]
28 de octubre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sentaro tiene una modesta tienda de comida en Tokio, en la cual el alimento principal es el “dorayakis”, que son unas tortitas rellenas de una salsa hecha con alubias llamada "an". El negocio no le va muy bien y por circunstancias acaba contratando a una anciana que demuestra una especial capacidad para cocinar esta salsa dulce que incorpora de las tortitas.

Qué bonita, apacible y cargada de poesía, también de crítica social, es esta película que dirige soberbiamente Naomi Kawase, una “rara avis” de la actual cinematografía que hace bello el mundo.

Kawase dirige el film con un tono intimista y una exquisita sensibilidad, con temas como la muerte y los vínculos con la naturaleza. Y ya lo creo que lo consigue. Es además la propia Kawase quien escribe el guión, adaptación de la novela de Durian Sukegawa, An (Mermelada de judías), con la que la directora consigue una obra atractiva y cálida.

Pero con esta película, la realizadora japonesa construye una historia centrada en la tradición culinaria, como guía y eje que conjuga los valores básicos que deben mantenerse culturalmente.

La música David Hadjadj es discreta pero importante por cuanto acompaña la historia de forma serena. Y una fotografía de Shigeki Akiyama inquieta y sensible, una cámara apuntando al cielo, a las nubes, a las copas de los árboles, a las flores del cerezo y a toda la amada naturaleza.

En el reparto se lucen todos, desde los protagonistas principales, la estupenda, expresiva, agradable y creíble Kirin Kiki en el rol de la anciana Tokue. Masatoshi Nagase, en una espléndida y comedida actuación como Nagase, humilde regente del negocio de pastelería. Kyara Uchida, muy bien en el rol de adolescente desvinculada de su familia disfuncional. Y están espléndidos en entre otros los artistas Etsuko Ichihara y Miki Mizuno.

La película es, de una parte, la confrontación y oposición entre nuestras fantasías y anhelos, y las resistencias de la realidad, la inminente realidad que no pone fáciles las cosas y coloca barreras de todo tipo antes que se puedan cumplir estos deseos. Pero es también y con gran intensidad, una seria advertencia frente a la posibilidad de perder los elementos genuinos de la cultura.

El cine de Kawase tiene una mirada Zen, sus personajes forman parte de cierto orden natural e intuyen o, mejor, saben, que la trascendencia no está más allá, sino más acá, en esa aceptación serena de la posición que se ocupa en el mundo. Entonces, en esta película, con elementos mínimos como la relación entre un modesto vendedor de dorayakis y la anciana cocinera a la cual da empleo, el film consigue construir un diálogo entre formas de exclusión social diferentes, una por razón de salud y la otra por un pasado penal y la carencia de recursos económicos.

En esta obra hay dos paradigmas sobre la pérdida de libertad. De un lado los leprosos, pues la anciana lo es y ha vivido recluida toda la vida por esta enfermedad tan estigmatizada desde tiempos inmemoriales. De otro lado y en otro orden distinto, Nagase ha estado preso varios años por un altercado de juventud. El desarrollo de los personajes y la historia constituyen una apología de lo más sustancial del ser humano, el ansia de libertad. De hecho, sirva como detalle que la vieja mujer deja volar el canario encerrado en la jaula y que le había cedido la muchacha adolescente.

Kawase sabe contar la historia de Tokue, además de con intensidad narrativa, también en un meritorio equilibro melodramático, que sin duda comparte con otros clásicos sobre la marginación o el aislamiento social. Con una tonalidad positiva, en una exposición bella que habla de la importancia de las relaciones intergeneracionales.

La recomiendo y mucho, sobre todo para espíritus sensibles que huyen del común denominador de las salas convencionales con continuas proyecciones hollywoodienses. Aquí estamos ante un film delicado, calmo, que sintoniza amorosamente con los cambiantes detalles de la naturaleza, que habla del prójimo entrañablemente, con esa necesidad de perseguir las ilusiones, los sueños, que subraya la importancia de vivir en paz con uno mismo, con el medio entorno y también con los demás. Esta película es una pequeña joya, una cinta a tener en cuenta.
Kikivall
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