De nuevo John Ford nos sumerge con su gran maestría en una época, unos personajes y una realidad de lo que jalonó la llamada conquista del oeste, con sus luces y sus sombras, con sus héroes genuinos y los que ansiaban la gloria por encima de todo.

Se desarrolla la historia entre 1861-1865, terminada la Guerra de Secesión (1861-1865). El general Owen Thursday (Henry Fonda) es degradado y enviado plan castigo a Fort Apache como mero coronel, y toma el mando.

Se trata de un fuerte situado en medio del desierto de Arizona, un puesto militar frontera cuyos soldados están curtidos en la lucha contra los apaches mescaleros.

En ocasiones parece que fuera un documental de época con apaches, soldados, la vida en fuerte, la cotidianeidad dentro de sus muros, anécdotas con humor vaquero, güisqui a gogó por parte de los sargentos y amor, para que no falte nada hay también una historia romántica, combinando de manera magistral la vida castrense en ese puesto de caballería.

A la vez, Ford introduce el suspense, una derrota tormentosa fruto de un coronel inoperante y soberbio y un Wayne contando una historia irreal para dejar bien al ejército.

Gran música de Richard Hageman y una fotografía esplendente, casi onírica de Archie Stout (B&W), que sabe captar esos paisajes entre desérticos y rocosos en que se desarrolla el filme. Un rodaje difícil, con mucho caballo y mucho indio, pero Ford, como siempre, sale más que airoso.

En el reparto sobresalen Henry Fonda y John Wayne, ambos, cada cual en su personaje está geniales. Acompaña muy bonita Shirley Temple, amén de Pedro Armensáriz, John Agar o George O’Brian, todos estupendos.

Es verdaderamente una obra de arte, este filme es una obra maestra que lejos de tomar partido de cualquier forma, se limita a describir a los personajes, desde los más bajos en el escalafón hasta los más sobresalientes. Ford lleva al celuloide el sabor genuino de los clásicos del género, resultando ser una película imperdible e imprescindible.

Ford lo da todo: aventura, combates entre los indios y los americanos, galopadas a toque de corneta, los carromatos a saltos incluidos derrapes, Monument Valley, la violencia justa, el valor necesario, el sentido del honor y el del humor, los excelentes secundarios de siempre, un gran John Wayne a quien Ford sacó todo el partido de un actor que llamaba a la cámara.

Y como aspecto psicológico el caso terrible del coronel Owen Thusday, que nada más llegar ya se le ve imbuido de una gran soberbia y enorme resentimiento por su degradación de rango. También con un desconocimiento total del medio físico y social en el que se encontraba. Fue él quien llevó a los hombres al desastre más absoluto. Haciendo caso omiso de los consejos de los conocedores de los ambientes del oeste americano, dejó que su soberbia le impulsase a realizar una maniobra suicida con resultado fatal.

Esta historia fue tomada por Ford de un relato de James Warner Bellah, publicado en el Saturday Evening Post de título "Massacre".