Enorme y sólido Western, un clásico dirigido por un genial, como siempre, John Sturges. Sturges y el guion de William Bowers (adaptando la novela de Marvin H. Albert), nos ofrece una emocionante historia de venganza, de lealtad y también de redención.

Cuenta con dos grandes actores del género, como son Robert Taylor y Richard Widmark (a cual mejor), que interpretan al sheriff Jack Wade (Taylor) que en su momento salvó de la horca a Clint Hollister (Widmarck, en uno de sus grandes personajes de villano), quien fuera un viejo compañero de fechorías.

Así y todo, su antigua banda, con Clint a la cabeza, no le perdona que huyera con el botín del último robo y decide ir a por él para recuperar el dinero. Lo secuestran en su ciudad junto con su pareja la bonita Patricia Owens, y emprenden un viaje por las Rocosas en pos del dinero que Jack ocultó antaño enterrándolo. O sea, dos antiguos socios en el negocio del robo y el crimen, que se enfrentan por un botín escondido.

La película tiene un ritmo ágil, interesante, sin momentos muertos, diálogos inteligentes y los precisos, una buena fotografía de Robert Surtees (que hace de las Rocosas un portentoso cuadro), envolvente música de un enorme Fred Steiner y una tensión creciente que concluye y culmina con la llegada a un pueblo abandonado en una planicie de la gran cordillera, y con un duelo final en el marco de una ciudad fantasma, tras un agónico viaje en el cual hay de todo, ataque de indios incluido.

Es una cinta que explora los temas de la amistad traicionada, el honor y la culpa, el amor, y muestra las consecuencias de la violencia y el egoísmo.

Obra que es muestra del enorme talento de Sturges para crear escenas de acción y suspense, y para retratar personajes complejos.

Es un filme muy recomendable para los amantes del western y, en general, para los amantes del cine de calidad.