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España España · Granada
Voto de Kikivall:
7
Western. Aventuras Tras su huida de los Estados Unidos, el legendario forajido Butch Cassidy y su amigo Sundance Kid murieron en Bolivia en 1908, en un tiroteo. Esto es lo que dice la versión oficial. Esta otra leyenda, en cambio, nos dice que Cassidy sobrevivió y que, después de vivir escondido durante veinte años, lo que deseaba era volver a su país. Sin embargo, cuando conoce a un joven ingeniero español que acaba de robar una mina que pertenece al ... [+]
3 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado esta película del género western. Un western español, pero bastante bueno.

Cassidy vive bajo el nombre de James Blackthorn, en un recóndito pueblo de Bolivia, veinte años después de que se diera por muerto en 1908 en un tiroteo junto a su amigo Sundance Kid (Padraic Delaney). Cuando se dispone a volver de nuevo al pueblo, es tiroteado y su fiel caballo escapa desbocado con sus dólares en las alforjas. El hombre que le ha asaltado es Eduardo Apodaca (Eduardo Noriega) un ingeniero español que tiene en su haber una importante suma de dinero robado a una mina perteneciente supuestamente al empresario más importante de Bolivia para el que trabajaba.

En el transcurso de su huida y a lo largo de toda la película, se producen numerosos flashback en los que James Blackthorn hace memoria de lo que fue su vida anterior, cuando era el famoso pistolero Butch Cassidy junto a su banda.

El director Mateo Gil consigue hacer un excelente trabajo con este western de buena factura, al estilo clásico norteamericano; un western veraz, sugerente, intenso, con calidad narrativa y que te mantiene atento a la pantalla de principio a fin.

El guión de Miguel Barros es excelente, con un tempo pausado pero sin descanso, una caracterización perfecta del western con la iconografía perfecta, los personajes curtidos y de rostros duros, cabalgadas, persecuciones por desiertos de sal, supervivientes al fin a cada día, pues en cualquier momento la muerte acecha, Salooms sombríos en los que se bebe la absenta local en vez de güisqui, el aislamiento, el yermo, villanos de diferente pelaje, individuos al margen de la ley con sus propios códigos, y unos diálogos interesantes.

Esplendente y magnífica la fotografía de Juan Ruiz Anchía. Genial la dirección artística y el vestuario; y muy bonita la música de Lucio Godoy, que contiene temas muy hermosos, como el que se oye cuando se dirige a Potosí a vender los caballos.

En el reparto brilla con luz propia un Sam Shepard que está magnífico y que se mete de pleno en el papel del duro, aguerrido y experimentado Blackthorn. Eduardo Noriega hace igualmente un gran papel como ingeniero ladrón y de doble faz. Y está estupendo Stephen Rea que sorprendente como ex detective McKinley y cónsul honorario borrachín; muy bien Magaly Solier como la amante Yana; Nikolaj Coster-Waldau estupendo como el joven Cassidy.

Pero la película toca otros temas y hace una profunda reflexión sobre la vejez, la memoria, el indigenismo, los proyectos existenciales, y más. Habla de los temas que de forma obsesiva viven en el protagonista.

Lo que me extraña es que esta película pasara con más pena que gloria por nuestras pantallas. Creo que es un film que merece una revisión y una revalorización, pues es un western como los de antes. Y no estoy de acuerdo con que el western no tenga su público salvo en la TV. El buen western tendrá siempre al amante del cine a su lado.
Kikivall
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