El director Allan Dwan es un clásico, pionero en la dirección desde 1911, con la aparición del cine, desde el cine mudo, un cineasta capaz de hacer lo mejor incluso con escasos recursos. Nació con el cine, vivió con el cine y murió con el cine. Un estupendo y humilde artesano que compensaba las limitaciones de los proyectos que dirigía, con gran oficio y capacidad.

Esto es lo que se ve en este filme de Dwan, una película de fuste, con un sensacional guion de Karen DeWolf (fue a la lista negra por esta película) y un western de suspense que mantiene la atención todo un metraje presidido por el “qué sucederá ahora”.

Cuenta con un reparto muy bueno: John Payne es el protagonista, un hombre querido en el pueblo que habita, a punto de celebrar su matrimonio con la rica del lugar encarnada por una Lizabeth Scott magnífica como la novia que siempre confía en él. Excelente Dan Duryea Dolores Moran, la amiga salvadora, una mujer de la vida con un gran corazón.

Excelente música de Louis Forbes y una estupenda fotografía de John Alton, todo ello para acompañar un auténtico thriller del oeste donde unos forajidos, al mando de quien dice ser Sheriff, pretenden atrapar a un presunto asesino y ladrón, con una orden falsa que trae todos los sellos y visados. Pero con el tiempo se demuestra lo contrario: la orden es un fraude y los agentes son unos asesinos falsarios.

Dwan consigue un trepidante espectáculo, no sólo en el plano técnico, que sigue a rajatabla sin dar tregua al espectador: en el minuto dos el conflicto; en el cuarto de hora; el apogeo; y no tarda en crecer en tensión hasta el final.

Mentiras y falsas acusaciones pone a toda una comunidad en contra de un ciudadano de bien, a punto de celebrar su boda, justo el 4 de julio, alegórica fecha de la independencia de EE. UU. para significar como los derechos del país pretenden ser pisoteados.

Importantes los protagonistas y el fondo sarcástico, con cierto giro feliz al final de los hechos. Contribuye también esta cinta a acercar el Western al género negro. En el plano psicológico hace una perspicaz valoración de lo que significa para algunas personas cierta capacidad natural para ser hipócritas, y aprovecharse de ello.

En suma, un concienzudo filme que retrata la condición humana y consolida el pesimismo en que vive todo aquel que la conoce, aunque sólo sea un poquito.

Dan Ballard, verá cómo la comunidad le vuelve la espalda y él se queda sólo.

Muy interesante cómo una mentira orienta la posición de todo un pueblo; luego, la verdad, lo hace de nuevo y en sentido opuesto.

La elegancia de este trabajo de Dwan, el reparto y la excelente puesta en escena hacen que este filme sea una joyita imperdonablemente olvidada que merece ser recordada y ocupar una posición más elevada en el mundo del cine y concretamente, del Western (Scorsese es uno de los mayores admiradores de esta obra).