Es un pena que el saber hacer de Saura se emplease en esta película tan floja. La idea es un denuncia de los grupos de ultraderecha violentos. Pero todo está contado con tal inverosimilitud que resulta trivial.
Unos diálogos muy tontos. Uno acaba de matar a alguien y en la refriega se le rompe la luna trasera del taxi:
-¡Lo he matado, lo he matado!
-¡Cállate! ¡Peor es lo del cristal!
En medio una historia de amor entre hijo e hijo de una y uno de esa familia de taxistas violentos.
Todo sin pie ni cabeza. Parece una película de aficionado.
Lo único que destaca es la simpatía de Agata Lys, una actriz que habría merecido más cancha y menos pelis malas en los tiempos del destape.
Y lo meter como música, al final, una especie marcha de Semana Santa es de traca.