La comparación con los Cohen y Tarantino es inevitable. Pero McDonagh sale perdiendo.
El asunto es este: en este género desorbitado y sangriento, como en todos, hace falta cierta verosimilitud dentro de la exageración. Lo cual, a su vez, requiere una unidad dramática. Aquí esto falla. Mucho de lo que se ve es gratuito.
La película está desordenada, con muchas historias dentro de la historia que no logran encajar.
Los actores están bien, salvo el pobre Colin Farrell, con un papel mal dibujado. Muy bueno Sam Rockwell.
Lo más inteligente: que el superviviente de todo sea el perrito. Un detalle de ternura en medio de tanta pintura roja (sangre).