La idea que se ve detrás de esta película no es mala, pero la realización... Un guión fragmentario, deslavazado, que no acaba de arrancar. Con mucho tópico. Y esa constante voz en off que llega a cansar.
Y sobre todo unos intérpretes casi todos aficionados que no dan la talla, empezando por la propia Cándida, que lo hace lo mejor que puede. Raúl Peña, como drogadicto, se pasa de rosca, pero es de los mejores.
Un intento más de cine español distinto, pero que no llega a buen puerto.
Lo mejor es ver Madrid, que es tan buen escenario para el cine. Buena la fotografía.
Y buenos también los toques de flamenco