¿Por qué me ha gustado tanto El Sur? No sabría decirlo, en verdad. Esta película está llena de todas esas cosas que suelen agotar mi paciencia: ritmo cadencioso, una narradora dulce y adormilante, fotografía claro-oscura, niña protagonista, planos fijos interminables… y todo esto, mira tú por dónde, transforma El Sur en algo hipnóticamente fascinante.

Se me ocurre que hace mucho a favor el hecho de que aún siendo un drama rural, como tantos de la época, no desprenda, sin embargo, esa aura tenebrosa y tristona, tan propia del género, que suele resultar un tostón.

También se me ocurre que, normalmente, es bastante complicado empatizar con los personajes de una de superhéroes, o con un policía robótico, por eso estas películas que cuentan cosas reconocibles resultan tan apreciables.

Además, vete tú a saber por qué, El Sur se convierte, casi instantáneamente y sin serlo en realidad, en una especie de thriller intrigante. Erice, por lo que sea, consigue que su peli albergue más suspense que una de Hitchcock. De verdad que esto es muy extraño, pero bien cierto.

Pero el misterio más insondable de todos es: ¿cómo es posible que Víctor Erice, virtuoso habitante de esa casa de locos llena de plastas e impostores que es el cine español, haya dirigido tan pocas películas?