Por si alguno no ha visto en su vida una peli americana…. En Norteamérica tienen la curiosa tradición de comerle la boca al más cercano al oír las campanadas de año nuevo. Aquí brindamos sonrientes con el primo y la cuñada mientras decimos chin-chin, como auténticos tolais, y mientras (bueno, mientras no, que hay muchas horas de diferencia) los americanos, esos a quien tanto criticamos, se están poniendo ciegos a besos y llevan ya unas cuantas horas ciegos de otras cosas… Y aquí nos burlamos de ellos por que no saben comer…

Es de personas honradas reconocer que no todo es malo, que por muchas cosas criticables de algo o alguien, siempre tiene otras a elogiar, y esta peli es un excelente ejemplo, dentro del abominable universo de la comedia romántica.

A mí esta peli sí que me entretiene. Si que me hace sonreír. Si que me conmueve (tanto que, confieso, lloré a la par que el prota), porque yo he sentido exactamente eso, lo mismo que él en ese momento. En esta peli sale gente, no figuritas.

Y me vais a perdonar, tal vez os horrorice, pero a mí me resulta mucho más entrañable y me transmite más cosas ver a un hombre joven y sano cascándosela porque está aburrido y solo (o eso se cree él), que ver a otro hombre joven y bello, vestido de traje bajo la torre Eiffel soltándole ternuras a una dama enjoyada mientras suena música de violín. Sí, prefiero ver al pajillero… llamádme indie… o lo que os de la gana.

Con una cuidada estética y un tono gamberro y deslenguado, esta es una sensible, que no sensiblera, historia en la que dos personas se encuentran y se divierten y se gustan y se quieren, sin necesidad de enamorarse, ni prometerse, ni tener enanos ni ataques de nervios.

Es una nueva versión de cosas que ya estaban rancias (como, por ejemplo, la baladita de los Scorpions), ante la cual yo aplaudo.