Lo extraño de esta historia no es que una mujer se pueda convertir de repente en una felina fiera y campar por ahí devorando a la gente. No. Lo realmente increíble es que un señor decida casarse con esta mujer, pese a que no le ha permitido ni un triste muerdo de novios, y mucho después de la boda el hombre siga ahí, comprensivo perdido, ante la frigidez de su cónyuge.

¿Quién ha escrito esto? ¿El obispado?

Creo que te quiero, ¿te casas, pues, conmigo?
Bueno, vale, porque yo también creo que te quiero. No estoy segura, pero bueno… me caso, pues.
Ven, que te voy a comer los morros.
Uy, no. Ni se te ocurra. Que si me achuchas lo más mínimo me convierto en fiera corrupia y te depredo. Ciudao.
¡Anda ya!
Que sí, que sí. Que me lo han contao en mi pueblo.
Bueno… entonces cuándo.
Ya te diré. Si me quieres, has de tener paciencia.

Tourneur nos cuenta esta chorrada con un efectivo y trabajado juego de luces y sombras y, además, le bastan 70 minutos.