Verás: si un día estás ante un ser querido, o incluso ante un familiar, y, de repente, se ilumina como si fuera un GusiLuz… aparecerá Malkovich, tan inquietante como siempre, para explicarte lo sucedido. Yo una vez me lo encontré desayunando en un bar cutre de Madrid, a la hora del aperitivo, jalándose unos churros en la barra metalizada esa, tan propia de estos establecimientos. Casi me da un síncope. Salí corriendo, no fuera a mirarme con esos ojos…
Esto lo cuento porque de la peli no hay mucho que contar. Algo hay, pero poco, y nada bueno.

La cosa pretende ser intrigante y triste. Sólo consigue lo de triste. Pero vamos, que si lloras con esto, será de sueño.

Ponerme ahora a hacer comentarios satíricos sobre el asunto se me antoja estéril, ya que la propia peli ya es una sátira de sí misma, con todos esos personajes de blanco nuclear haciéndose arrumacos por unos bosques dignos de ser habitados por elfos, o entre sábanas de inmaculado algodón egipcio y doseles de vaporoso satén, que ya hubiese querido Cleopatra para sí. Es tan aburrida, tan petarda y tan cursi, que parece que la haya dirigido la Coixet.