¿De qué va?:

Una joven pareja de recién casados formada por un introvertido matemático americano (Dustin Hoffman) y una británica de pezones rebeldes y cabeza poco amueblada (Susan George), se mudan al pueblo de ella, una hermosa localidad de la campiña donde serán recibidos con toda la mala leche de la que son capaces una panda de analfabetos garrulos que contemplan como la maciza del pueblo a la que casi todos se han tirado vuelve a casa triunfadora y arrogante con un cerebrín y tirillas americano con pinta de tener dieciocho carreras y hablar catorce idiomas (más un chapurreo básico de esperanto). A partir de su llegada la vida empezará a convertirse en un infierno para ambos…

Crítica:

Peckinpah añade una lección de dirección más a su brillante palmarés. Sabe jugar con los primeros planos como si rodara un western de los suyos o de los de su amigo Leone, sabe jugar con los simbolismos ya desde la brillante primera escena, una de las mejores puestas en escena de siempre con la llegada al pueblo de los protagonistas, sabe jugar con el montaje cuando le es necesario para reforzar más las escenas, como en la violación, o con la cámara para añadir sensación de angustia y ahogo, como en la iglesia. En resumen, ‘bloody Sam’ juega fuerte y hace grande la película en cada plano.

En cuanto a los actores, primero decir que Susan George en esta película está buenísima, pero buenísima de verdad, de matarse a pajas como un perro vamos, de ahí lo acertado del título. No bastarían todos los renglones de esta crítica para explicarlo, posiblemente estemos ante una de las tías más excitantes de la historia del cine. Sólo Florinda chico en Abuelo made in Spain resiste la comparación seduciendo a Paco Martínez Soria, pero ahí hablamos de Don Paco, que son palabras mayores, latin lovers como él no salen todos los días. Bueno, pues para que os imaginéis los que no la hayáis visto aún, si Don Paco pilla a la Susan George le borra la rodilla a palmetadas acompañadas de gruñido malicioso en un bucle infinito y puramente sexual.

Bien, aclarado ese punto hay que destacar a todo el elenco de pueblerinos con mala sangre que se juntan en esa cantina donde se masca la violencia mientras se sopla whisky barato. La mayoría son retratados como unos auténticos perros calientes de comportamiento siempre amenazante. Por su lado Dustin Hoffman brillante como siempre sabe poner ante ellos toda la cara de capullo de la que es capaz por exigencias del guión mientras soporta estoicamente que le traten como a un pichafría, aunque si te fijas bien en su expresión es como si de lo más hondo de su ser estuviera reprimiendo un ramalazo a lo Guti en Vila-real de «tocarme mucho los cojones y veréis lo que es bueno ‘fucking paletos’». También destaca David Warner, siempre desasosegador, que representa su papel de Frankenstein moderno de manera impresionante.