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España España · Ourense
Voto de JoanBion:
10
Thriller. Acción. Drama Batman/Bruce Wayne (Christian Bale) regresa para continuar su guerra contra el crimen. Con la ayuda del teniente Jim Gordon (Gary Oldman) y del Fiscal del Distrito Harvey Dent (Aaron Eckhart), Batman se propone destruir el crimen organizado en la ciudad de Gotham. El triunvirato demuestra su eficacia, pero, de repente, aparece Joker (Heath Ledger), un nuevo criminal que desencadena el caos y tiene aterrados a los ciudadanos. (FILMAFFINITY) [+]
9 de abril de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"EL CARISMA ES TAN NATURAL COMO LA GRAVEDAD", POR CHRISTOPHER NOLAN (REVISTA: Newsweek, del 26 de enero de 2008, EXTRACTO LITERAL DE LA FUENTE):

Una noche, mientras estaba en LaSalle Street de Chicago dirigiendo una toma de El Caballero Oscuro, un asistente de producción montado en monopatín irrumpió de repente en mi campo visual. Silenciosamente, maldije el momento en que Heath apareció por primera vez en el rodaje caracterizado como su personaje montado en monopatín. Me inquietaba la reacción que los fans de Batman pudieran tener ante un Joker skater, pero lo que no podía imaginarme es que esa imagen desencadenaría una alarmante proliferación de monopatines entre los miembros más jóvenes del equipo de producción. Si les preguntaras a esos chavales por qué les parecía una buena idea llevarse el monopatín al trabajo, probablemente hubieran sido sinceros al contestar que no lo sabían. Ese es el poder del verdadero carisma, tan invisible y tan natural como la gravedad. Y eso es lo que Heath tenía.

Heath era una explosión de creatividad: emanaba de cada uno de sus gestos. Una vez me dijo que le gustaba hacer pausas entre proyectos, que esperaba hasta que estaba hambriento de creatividad, hasta que volvía a necesitarla. Cada día de rodaje hacía gala de esa actitud. No hay muchos actores que puedan hacerte sentir vergüenza de lo mucho que te quejas por querer hacer el mejor trabajo del mundo, pero Heath era uno de ellos.

Recuerdo una vez que Heath estaba rodando una escena muy compleja con otro actor. Teníamos dos días para rodarla, y al final del primer día, dieron realmente con la esencia de la escena. Heath estaba preocupado porque quizá no consiguiera recuperarla si parábamos, quería que siguiéramos rodando hasta terminarla. Es difícil pedirle al equipo que se quede a trabajar hasta tarde cuando sabes que tienes tiempo de sobra para terminar la escena al día siguiente. Pero todo el mundo parecía entender que Heath había dado con algo especial y que teníamos que rodarlo antes de que se volatizara. Meses más tarde me enteré de que, antes de irse a casa, Heath dio discretamente las gracias a cada uno de los miembros del equipo por quedarse a trabajar hasta tarde. Discretamente, sin tratar de destacar, tan sólo intentando demostrar un poco de agradecimiento por la oportunidad de crear que aquella gente le había dado.

Esas noches de rodaje en Chicago, las calles se llenaban de riesgo y acción. A veces, un actor puede llegar a resultar aburrido, pero Heath estaba constantemente fascinado y no dudó en aceptar una invitación para montar en el coche-cámara mientras perseguíamos vehículos, no sólo por la emoción de la experiencia, sino por querer formar parte de ello, de todo. Recuerdo que se trajo su ordenador portátil al coche y que, mientras conducíamos a toda velocidad, nos mostró dos cortos que había rodado él mismo y que eran increíblemente cautivadores. Eran dos piezas tan exuberantes que me dejaron exhausto. Creo que nunca me sentí tan viejo como cuando contemplé aquella exhibición de talento de Heath. Esa noche lo invité, a sabiendas de que no aceptaría, a que se pasara por el rodaje cuando no tuviera que grabar para enseñarle el oficio detrás de la cámara.

Cuando terminas una película y te metes en la sala de edición, tienes una responsabilidad para con los actores, que han confiado en ti, y Heath no sólo confió, lo dio todo. Cuando empecé a montar la película, dudaba sobre qué tomas elegir, qué ángulos eran mejores. Me imaginaba el momento de la proyección, cuando tuviéramos que mostrarle la película, sentados tres o cuatro filas detrás de él, viéndolo mover la cabeza y tratando de adivinar qué opinaba de lo que habíamos hecho con lo que él nos había dado. Ahora sé que eso nunca pasará. Lo veo cada día en mi monitor de edición. Estudio su cara, su voz. Lo extraño terriblemente.

De vuelta en LaSalle Street, me visualizo dirigiéndome a mi asistente de dirección y diciéndole que saque a ese patinador postadolescente de mi vista cuando, de repente, me doy cuenta de que es Heath, con el gorro de lana echado sobre los ojos, que se ha presentado en el rodaje en su noche libre, tomándome la palabra.

Y no puedo evitar sonreír.
JoanBion
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