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Voto de Ghibliano:
10
8,4
82.439
Comedia. Romance. Drama
C.C. Baxter (Jack Lemmon) es un modesto pero ambicioso empleado de una compañía de seguros de Manhattan. Está soltero y vive solo en un discreto apartamento que presta ocasionalmente a sus superiores para sus citas amorosas. Tiene la esperanza de que estos favores le sirvan para mejorar su posición en la empresa. Pero la situación cambia cuando se enamora de una ascensorista (Shirley MacLaine) que resulta ser la amante de uno de los ... [+]
5 de marzo de 2011
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El apartamento" es una de esas películas que te venden en todos los frentes como una obra maestra. Que si tiene un guión excepcional, que si los actores están muy creíbles y carismáticos, que si emociona y hace reír a partes iguales... y claro, uno se queda sin saber qué pensar, si le gustará tanto como a la mayoría o se llevará una tremenda decepción. En mi caso, todo esto se ve incrementado porque ya me quedé un poco frío con "El crepúsculo de los dioses" del mismo autor, sin duda una muy buena película pero que yo, personalmente, no citaría ni loco entre las más destacadas del cine.
Por suerte, esta vez no ha sido así. Me ha parecido maravillosa.
Una de las muchas virtudes que veo a "El apartamento", pero sin duda la más importante de ellas, es que es profunda, rabiosa y categóricamente humana. Te la crees de cabo a rabo, compartes la suerte de la pareja protagonista, sonríes en sus momentos dulces y padeces en las situaciones difíciles. Es tal la compenetración con la historia que no importa que te estén contando algo que, al fin y al cabo, tampoco es en exceso original.
Gran parte de esa sensación se logra gracias a una descripción de personajes impecable, con sus virtudes y defectos, y a la recreación por parte de unos actores que realizan su trabajo con precisión. En especial los protagonistas de la historia. Jack Lemmon regala una interpretación antológica y cargada de carisma, como el empleado que vende su dignidad para abrirse un hueco entre la panda de trepas, mujeriegos y corruptos que conforman la cúpula de su empresa. Shirley MacLaine, encarnando a una ascensorista con (aparentemente) rectos principios morales, logra que te enamores de ella al primer golpe de vista.
Y cómo olvidar el guión, tan milimétricamente calculado, tan perfecto y a la vez tan sorprendente. Una mirada crítica a cómo está estructurada la sociedad, con sus relaciones obligadas, sus pautas a seguir, su deshumanización. En ella, dos personajes perdidos en la mediocridad, tratando de dar un sentido a sus vidas. Y el guión logra que el espectador empatice con ellos, que se reconforte al ver que en este par de fracasados hay algo, una humanidad y una simpatía que se ven ahogadas por la mecánica del mundo en que viven.
Esto por no hablar del ácido retrato de la empresa, en la que por lo visto los méritos no cuentan a la hora de ascender, sólo hacer la pelota y ser un "buen" empleado, los enchufes y las extorsiones están a la orden del día y, en suma, se la despoja de toda seriedad y rigor para terminar mostrando cómo, con simples favores, se puede llegar mucho más alto que haciendo bien tu trabajo.
Es de destacar también la ironía respecto a algo tan importante en la sociedad como son las apariencias, encarnada sobre todo en Baxter, a quien no parece importarle lo que piensen de él sus vecinos y crea un personaje antipático, irresponsable y mujeriego a los ojos de quienes le rodean.
Por suerte, esta vez no ha sido así. Me ha parecido maravillosa.
Una de las muchas virtudes que veo a "El apartamento", pero sin duda la más importante de ellas, es que es profunda, rabiosa y categóricamente humana. Te la crees de cabo a rabo, compartes la suerte de la pareja protagonista, sonríes en sus momentos dulces y padeces en las situaciones difíciles. Es tal la compenetración con la historia que no importa que te estén contando algo que, al fin y al cabo, tampoco es en exceso original.
Gran parte de esa sensación se logra gracias a una descripción de personajes impecable, con sus virtudes y defectos, y a la recreación por parte de unos actores que realizan su trabajo con precisión. En especial los protagonistas de la historia. Jack Lemmon regala una interpretación antológica y cargada de carisma, como el empleado que vende su dignidad para abrirse un hueco entre la panda de trepas, mujeriegos y corruptos que conforman la cúpula de su empresa. Shirley MacLaine, encarnando a una ascensorista con (aparentemente) rectos principios morales, logra que te enamores de ella al primer golpe de vista.
Y cómo olvidar el guión, tan milimétricamente calculado, tan perfecto y a la vez tan sorprendente. Una mirada crítica a cómo está estructurada la sociedad, con sus relaciones obligadas, sus pautas a seguir, su deshumanización. En ella, dos personajes perdidos en la mediocridad, tratando de dar un sentido a sus vidas. Y el guión logra que el espectador empatice con ellos, que se reconforte al ver que en este par de fracasados hay algo, una humanidad y una simpatía que se ven ahogadas por la mecánica del mundo en que viven.
Esto por no hablar del ácido retrato de la empresa, en la que por lo visto los méritos no cuentan a la hora de ascender, sólo hacer la pelota y ser un "buen" empleado, los enchufes y las extorsiones están a la orden del día y, en suma, se la despoja de toda seriedad y rigor para terminar mostrando cómo, con simples favores, se puede llegar mucho más alto que haciendo bien tu trabajo.
Es de destacar también la ironía respecto a algo tan importante en la sociedad como son las apariencias, encarnada sobre todo en Baxter, a quien no parece importarle lo que piensen de él sus vecinos y crea un personaje antipático, irresponsable y mujeriego a los ojos de quienes le rodean.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y, por supuesto, el aspecto romántico. Aquí la obra llega a su punto más elevado, es tal la química que muestran Lemmon y MacLaine que desde el primer momento deseas que su relación llegue a buen puerto.
Pero es que, además, se tratan temas tan duros como el hecho de amar a alguien que sabes que no te corresponde a pesar de sus palabras, en el caso de Fran, y en el de Baxter, haberse forjado un intenso vacío sentimental a fuerza de prestarse como herramienta para el juego de aquellos que dictan su destino profesional.
Desde luego, no trata ninguna de estas situaciones con una solemnidad excesiva, pero tampoco cae en la desensibilización y el resultado es un equilibrio casi perfecto.
La comedia, por otro lado, es maravillosa. Es cierto que el humor ha envejecido, pero francamente, yo no le doy demasiada importancia... La cuestión es que la película crea una simpatía increíble, que la recibes con una sonrisa y al final, en ese hermoso y sencillo final, no te queda otra que dibujar una sonrisa aún más amplia. Es una comedia porque te hace sentirte bien, no porque haga reír a cada rato. De hecho, hay un único momento concreto en el que la obra me arranca una buena carcajada. Ocurre al principio: Baxter está dispuesto a ver "Gran hotel" y tiene que tragarse antes el mensaje de un patrocinador, con lo que se entretiene haciendo zapping mientras esto ocurre. Vuelve, y se prepara por fin para el inicio de la película: "Pero antes, escuchen el mensaje de nuestro segundo patrocinador". Con lo cual, nuestro protagonista apaga la televisión y se va a dormir. Esa tontería, ese momento tan poco destacable entre el resto, me arrancó una risa tan espontánea que me sorprendió, y con eso ya estuve servido para todo el metraje.
En fin, seguiría hablando y hablando de las numerosas cualidades de este clásico, pero en algún punto hay que cortar. Sólo decir que me parece una película muy sincera y hermosa a su manera, carente de la artificialidad de muchas grandes obras, que hace de la sencillez y la lucidez sus principales bazas para narrar una pequeña fábula cotidiana, y logra con ello emocionar con una intensidad al alcance de muy pocas. No es ya la excelencia del guión, de las caracterizaciones de sus protagonistas o de los secundarios que les acompañan, ni siquiera de las numerosas frases míticas que acompañan los diálogos. Además de eso, "El apartamento" tiene mucho carisma, es sumamente simpática y su historia cala de verdad. Recomendada para ver una y otra vez, porque este cine no cansa y crea afición.
Pero es que, además, se tratan temas tan duros como el hecho de amar a alguien que sabes que no te corresponde a pesar de sus palabras, en el caso de Fran, y en el de Baxter, haberse forjado un intenso vacío sentimental a fuerza de prestarse como herramienta para el juego de aquellos que dictan su destino profesional.
Desde luego, no trata ninguna de estas situaciones con una solemnidad excesiva, pero tampoco cae en la desensibilización y el resultado es un equilibrio casi perfecto.
La comedia, por otro lado, es maravillosa. Es cierto que el humor ha envejecido, pero francamente, yo no le doy demasiada importancia... La cuestión es que la película crea una simpatía increíble, que la recibes con una sonrisa y al final, en ese hermoso y sencillo final, no te queda otra que dibujar una sonrisa aún más amplia. Es una comedia porque te hace sentirte bien, no porque haga reír a cada rato. De hecho, hay un único momento concreto en el que la obra me arranca una buena carcajada. Ocurre al principio: Baxter está dispuesto a ver "Gran hotel" y tiene que tragarse antes el mensaje de un patrocinador, con lo que se entretiene haciendo zapping mientras esto ocurre. Vuelve, y se prepara por fin para el inicio de la película: "Pero antes, escuchen el mensaje de nuestro segundo patrocinador". Con lo cual, nuestro protagonista apaga la televisión y se va a dormir. Esa tontería, ese momento tan poco destacable entre el resto, me arrancó una risa tan espontánea que me sorprendió, y con eso ya estuve servido para todo el metraje.
En fin, seguiría hablando y hablando de las numerosas cualidades de este clásico, pero en algún punto hay que cortar. Sólo decir que me parece una película muy sincera y hermosa a su manera, carente de la artificialidad de muchas grandes obras, que hace de la sencillez y la lucidez sus principales bazas para narrar una pequeña fábula cotidiana, y logra con ello emocionar con una intensidad al alcance de muy pocas. No es ya la excelencia del guión, de las caracterizaciones de sus protagonistas o de los secundarios que les acompañan, ni siquiera de las numerosas frases míticas que acompañan los diálogos. Además de eso, "El apartamento" tiene mucho carisma, es sumamente simpática y su historia cala de verdad. Recomendada para ver una y otra vez, porque este cine no cansa y crea afición.