Tanto los personajes que parecen caracoles sin caracola, como el conjunto de ranitas han sido mis predilectos. Quien no ha sentido ganas de gritar con el coro de esos caracoles desconchados y de reír con el conjunto de ranitas ninja. Al igual que ocurría en La Edad de Hielo con la ardilla y su bellota y en Madagascar con los pingüinos, lo secundario roba protagonismo por un lado y por otro realza la película.
La caricaturización de los ratones, a mi entender, es correcta, pero inmejorable en los demás. Tanto por su modelado como por su personalidad.
Asimismo, el barco y el cable de conexión, como elementos inanimados destacan más que como meros complementos encajando perfectamente en la historia y dándole un vigor en ocasiones inesperado. Divertidos artilugios que se unen al resto de objetos para realzar este ambiente.