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Antigua y Barbuda Antigua y Barbuda · L.A.M.F. St.
Voto de Bartleby:
3
Comedia. Drama Tras la Semana de la moda, Carl y Yaya, pareja de modelos e influencers, son invitados a un yate en un crucero de lujo. Mientras que la tripulación brinda todas las atenciones necesarias a los ricos invitados, el capitán se niega a salir de su cabina, a pesar de la llegada inminente de la célebre cena de gala. Los eventos toman un giro inesperado y el equilibrio de poder se invierte cuando se levanta una tormenta que pone en peligro el confort de los pasajeros. [+]
1 de marzo de 2023
37 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película del director más sobrevalorado del cine actual, nada menos que dos palmas de oro en Cannes y nominaciones a los Oscar, es de una fina ironía que te cagas. Es el efecto Bergman, si levantara la cabeza protagonizaba la secuencia de la vomitona (la mejor), escatología con música death metal tan nórdica ella y punk pero sobre la cara de Rubencito por inútil. No digamos el señor Jean Marie Straub que tiene muy mala leche, cómo se las gasta es que no se corta ni un pelo. Es el complejo pueblerino nazi-onanista de Suecia sociedad perfecta y ciudadanos superiores porque encima son del norte y eso es un plus de por sí.

Película infantil sobre la lucha de clases podía haberla realizado en animación perfectamente. Sus alegorías son burdas y hasta mamarrachas, son vergonzosas por zafias, incluso podría ser española perfectamente por su bajísimo nivel educativo. Hay que nacionalizarle para no perder el sueño húmedo sueco como paraíso de democracia socialista igualitaria. Con Rubén eso suena a broma gruesa después de ver esto. Pero para acercarse a esa sociedad hay que ser honrado, así que más que un sueño es una ilusión esquizoide.

A este tipo le están riendo las gracias, que no tiene ninguna, los suecos, los nórdicos o los centroeuropeos no tienen ni el más mínimo sentido del humor, siempre hablan en serio. Lo único aceptable es la presentación de los personajes. De repente pasan a la isla con un cartelito de "unas horas después" (así de cutre es su elipsis) y la patochada metafórica es que da pena penita pena. Eso sí, no me aburrí ni se me hizo larga otra cosa es al resto de la sala (unos 20 y bajando, claro). En realidad es tontorrona no pomposa ni estomagante, incluso le cogí una especie de ternura o cariño compasivo propio de mi superioridad de clase. Y es que a la de Rubén no me
apunto.
Bartleby
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