Histérica, inverosímil, estúpida, pija, irritante, exagerada, incoherente, teatral. Afectada y amanerada, increíble y lo que queráis pero a su modo, un modo completamente artificial, funciona. Es muy amena y conscientemente excesiva, es como una película de Bergman pasada de rosca, con un tema como el odio entre hermanos que podría ser suyo perfectamente como lo fue el incesto. Bergman también se pasó y no una ni dos sino muchas veces.

Tiene un magnífico ritmo y unos excelentes actores, Cotillard y Poupaud. Me divertí con ella aunque evidentemente no descubre nada ni inventa la rueda. Está bien escrita a su estilo, que por otra parte es muy Desplechin, y muy bien llevada. Nada más ni nada menos, por lo menos no se te hace una bola como las bazofias alargadas hasta las dos o dos horas y media en que se ha convertido el noventa por ciento de las películas que se estrenan ahora.

Si sabes lo que vas a ver, no decepciona. En ese sentido podríamos decir que es honrada, es sincera en su falsedad. No me apasiona Desplechin, del que solo conocía dos películas, pero aunque un poco por debajo de Un cuento de Navidad, que también es muy teatral, está al nivel que esperaba. A veces esta crítica cinematográfica tan sospechosamente uniforme se despacha inmerecidamente con algún cordero.