No quiero ser frívola, pero tratemos de ponernos en situación: eres una señora casada con George Clooney, que además es un buen hombre y te quiere. Vives en Hawai. Tu familia posee una fortuna y perteneces a la clase más alta de la sociedad. Tienes dos hijas. Tienes salud, familia y amigos. Yo diría que eres afortunada, ¿no?

Sí, aún con todo puedes ser infeliz y tener muchas quejas, pero eso me lo tienen que demostrar. Es decir: me tienen que explicar por qué esta señora King se dio a la bebida. Me lo deben justificar ahondando en serio en la naturaleza humana, le tienen que dar un sentido que convierta el hecho concreto en universal y la historia no se desmorone por falta de credibilidad. En «Los descendientes» no ocurre nada de eso. De repente vemos que la señora se está muriendo y que su esposo empieza a descubrir los secretos de su mujer, pero a medida que vamos sabiendo lo que el señor King sabe menos comprendemos, menos simpatizamos, menos nos solidarizamos con los errores humanos, no porque no sean reales sino porque las motivaciones para cometerlos son inexistentes y la posible reflexión sobre las personas desaparece.

En fin, que muchas nominaciones, pero nada que sobresalga en esta correcta y moderada cinta de Alexander Payne. El reparto hace un buen trabajo, la relación paterno-filial es esperanzadora y el sabor que deja es agradable. Además, disfrutaremos de unos bonitos paisajes y de un George Clooney hecho un maduro galán. Suficiente.