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España España · Málaga
Voto de Kaori:
3
Comedia Alice Sycamore, la única persona con un poco de cordura en una familia llena de lunáticos, se enamora de su jefe, Tony Kirby, que pertenece a una familia muy rica y muy cursi. La diferencia entre el estilo de vida y la mentalidad de ambas familias se agudiza cuando los padres de él van a cenar a casa de ella, y la cena termina con la llegada de la policía y la detención de todos los presentes, acusados de anarquistas. (FILMAFFINITY)
17 de febrero de 2019
16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevo una tanda de cine clásico que no hay quien lo aguante. A este paso se me van a caer todos los mitos. Empieza mi empacho con «Vive como quieras», cinta de Frank Capra, a quien al parecer algo raro tuvo que pasarle para que rodara esa maravilla que es «Sucedió una noche». Estoy empezando a pensar que «Arsénico por compasión» no puede ser tan buena como yo la recuerdo vistas obras del mismo director como esta otra y «El secreto de vivir», de la que hablaré más tarde.

«Vive como quieras» va de un señor con bastón que, bueno, ha fundado una especie de secta en la que trata de meter a todo el mundo con el que se cruza. Hasta le lava el cerebro a un pobre cajero de banco que después de estar trabajando treinta años se quedará seguro sin jubilación por abandonar su empleo y vivir de arrimado en la casa del sectario señor Vanderhof. En esa casa la única más o menos cuerda es su nieta Alice, la protagonista, que se enamora de James Stewart haciendo de sí mismo. Esto le vendrá de perlas al señor Vanderhof para lavarle el cerebro al padre del Stewart, el banquero millonario avaro de turno, para que se una a su secta del vive como quieras haciendo cosas guays porque tengo dinero.

Es que aquí todo es muy guay, claro, pero sobre todo muy hipócrita. La familia Van se dedica a cosas guays, como bailar, escribir novelas, hacer fuegos artificiales o coleccionar sellos; no caben aficiones «tontas», según ellos, como el espiritismo (será porque no se puede ganar dinero con ello...) o, no sé, pasarse el día entero bebiendo en el bar, que eso también es vivir como uno quiere, ¿no? Siguiendo el ejemplo del señor Vanderhof, entiendo que para ser felices tienes que tener dinero, por supuesto, pero no muchísimo dinero, hay un cupo que separa el paraíso del infierno.

Porque el señor Vanderhof pobre no es, para nada, que dicen explícitamente que le pagan muy bien por practicar la filatelia. Qué suerte la suya, oye, le pagan por hacer algo guay; me pregunto si la criada que tiene en casa también vive como quiere o no… O si lo hacen el resto de vecinos con sus negocios y pequeños empleos que tanto aprecian al anciano Vanderhof, y no entiendo por qué si no hace nada por ellos y de hecho los dejará tirados llegado el momento. Vamos, que eso de nos alimentamos como los pajarillos del campo es todo mentira, es una enorme hipocresía: si no tuviera dinero para alimentar a su familia y tener criada me gustaría saber si también se pondría a tocar la armónica y a ser tan feliz y en el fondo tan indiferente a la realidad de la vida; que ni impuestos quiere pagar porque, claro, como buen liberal a los demás que les zurzan. Y como van a emparentar con unos multimillonarios podrán ir ampliando su secta porque ya están el yerno y los consuegros para cubrir sus necesidades.

Bueno, y luego están los personajes, bobos perdidos, especialmente ellas, las mujeres, cómo no: la hija escritora tonta y la nieta bailarina lela. ¿Por qué este retrato femenino? ¿Hace gracia que las mujeres sean un cero a la izquierda? Es más: ¿de verdad que esto es una comedia? Imposible. No hace gracia, ni es simpática, ni tiene ritmo, ni está bien contada.

Y encima es una cursilada. No la quiero.
Kaori
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