Soy una enamorada de los libros de las «Crónicas de Narnia», a los que llegue tras ver en el cine «El león, la bruja y el armario», el primero que C.S. Lewis escribió para la saga, si bien cronológicamente tendría otro orden. Esta, claro, es otra historia.

Sin duda la mejor de las adaptaciones cinematográficas, la propuesta de Andrew Adamson se acerca, aunque sin abarcarlo todo, al espíritu de la novela, que no es otro que el de la fe, la magia y el valor. Imposible desligar las Crónicas de la religión, ni a Aslan de la idea de Dios y de Jesucristo, más que nunca presente en el sacrificio por amor, la resurrección y las simbólicas Marías llorando. Lo más bonito de la trama. Me falta la fuerza de la concepción de lo divino literaria, que es indescriptible tal y como la plasma y describe Lewis, con un sentido de lo sacro maravilloso y muy cercano, cosa que sería, creo, muy difícil de mantener, y más hoy en día.

James McAvoy, que me encanta, y Tilda Swinton le dan veteranía a la trama, y los jóvenes interpretes aportan frescura y corrección. Los hermanos Pevensie, queriendo escapar de la Segunda Guerra Mundial, entrarán en otra guerra en un mundo que ni imaginan. Quien una vez es rey en Narnia, lo es para siempre. Así sea.

Una aventura para todos los públicos. Luego, a leer los libros. O antes, casi mejor.