Porque ese final.... es inexplicable, por vueltas que se le quiera dar, por explicaciones que se deseen encontrar... es una patillada de esas importantes, que si bien lastra un conjunto bastante notable, ni mucho menos lo vilipendia, y todo ello gracias al talento de Aja, claro.
La cuestión, es que antes de llegar al final, tendría que salir un cartelito de esos tan monos como el de "Solo contra todos" que advierte al espectador para abandonar la sala, siendo en este caso algo así como "Atención, atención: En 5 min. la cagamos, tiene 10 seg. para abandonar la proyección", y dándole al espectador el aviso necesario, porque a saber que estaría pasando por la cabeza del guionista para concluir de modo tan nefasto una sugestiva historia con gore, sangre, persecuciones y todo tipo de material rememorando epocas pasadas... una propuesta nostálgica y visceral magnífica, en definitiva.

Dejando de lado esa lastrante conclusión, Aja se mueve aquí en terreno conocido por todos: Dos amigas irán a una casa de campo donde residen los padres de una de ellas, y se toparán con el típico pirado excelentemente interpretado por un Nahon que le da sobriedad, seguridad y una fuerza magnífica al personaje, y que hará trascender el film hacía un corre que te pillo de esos tan entrañables que hemos visto en pelis de terror setentero como la conocidísima "La matanza de Texas", pero claro, añadiendo aquí factores como una iluminación soberbia, un ritmo casi endiablado, que no deja reposo al espectador, y una fotografía verdaderamente lograda, sobretodo teniendo en cuenta que nos movemos en espacios nocturnos en casi la totalidad del film.

Buen modo pues, de superponer las virtudes de un director que las tiene, y a patadas, a un entramado que queda deshilvanado por esos últimos minutos, pero al que el francés da un juego temendamente macabro, trepidante y directo, jugando con un sonido muy bien incorporado en ocasiones, y con una banda sonora fantástica, que posee algunos temas con mucho mordiente cuando es necesario y no resulta un estorbo el acompañamiento musical.
Cecile de France, como anfitriona del manjar servido por Aja, realiza una actuación magnífica, a un personaje al que, constantemente se le aportan tintes característicos que lo definen muy bien, y que cuadran con la conclusión, aunque esta no cuadre con muchos otros acontecimientos, por desgracia.
En pocas palabras: Quien disfrute de la casquería y quiera rememorar tiempos pasados, hallará en "Alta tensión" un ejercicio tan bien ejecutado como interesante, pese a su punto culmen.

"No volveré a dejar que nadie se interponga entre nosotras, No volveré a dejar que nadie se interponga entre nosotras, No volveré a dejar que nadie se interponga entre nosotras, No volveré a dejar que nadie se interponga entre nosotras, No volveré a dejar que nadie se interponga entre nosotras...."