Esta película me sorprendió cuando la vi, pero de lo mala que era, pues cuando deja de ser mala, se vuelve aburrida y cuando deja de ser aburrida, se vuelve más mala todavía.

Hay que decir que la película dura menos de lo normal; unos setenta y cinco minutos. Es de agradecer. Y es que con setenta y cinco minutos va que arde, para contar una historia que no tiene ni pies ni cabeza.

Viendo los compases de los primeros minutos de la película, comprobaremos que el guión es como un naufrago que va a la deriva. Los personajes y sus diálogos carecen de sentido. A todo ésto añadimos un decorado de teatro de bajo presupuesto; una lavandería. Sacamos de la nada a un tío que no se sabe bien de que va; si de patético seductor, deprimente psicópata o ente extraño, intentando parodiar los mundos sobrenaturales de H.P. Lovecraft, y tenemos montada ésta broma cinematográfica llamada: el callejón, que cuenta a su vez con una lavandería que no va nadie, pero que por lo visto da mucho miedo, porque es de noche y ya se sabe que cuando cae la noche... Por eso que la película se llame el callejón y no la lavandería, aunque por llamarse algo más bien no tendría que llamarse nada. Porque ni es una película de asesinos en serie, ni un thriller ni da miedo.