En las últimas líneas de su espléndida autobiografía Capra dice: "Amigo, eres una mezcla de valor y encanto". Si en la mayoría de sus films Capra resalta la autenticidad y el valor de cada hombre y de cada mujer, en "Juan Nadie" ese ideario sobre la individualidad alcanza la máxima expresión. "Unos pocos Juan Nadie pueden cambiar el mundo" llega a decir el principal protagonista.
Y, si Capra defendió esa individualidad con uñas, dientes y corazón, sería justo decir que el magnífico cineasta de origen humilde e italiano constituyó uno de los mejores ejemplos de la victoria del hombre sobre los sistemas dictatoriales y opresivos imperantes en las productoras cinematográficas de la época. Su nombre delante del título, su poder absoluto sobre el film y el hecho de poder desparramar su genio en todas las áreas de su trabajo, significaron un maravilloso triunfo para el pequeño y aguerrido italiano.
"Juan Nadie" es otra de sus obras maestras. Capra maneja la cámara como Von Karajan la batuta o Da Vinci el pincel. Es una mágica coreografía en la que todo funciona a la perfección. Los pequeños detalles los convierte en grandes, las elipsis están llenas de información, la mirada del pueblo desliza nuestras lágrimas, la actuación de Cooper es prodigiosa. Se trata, ni más ni menos, que de Frank Capra. El más grande.