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España España · Zaragoza
Voto de el chulucu:
10
Comedia. Romance Un ingenuo joven de provincias (Gary Cooper) va a Nueva York para hacerse cargo de una herencia de veinte millones de dólares. Allí se enamora de una chica encantadora (Jean Arthur), sin saber que es la periodista que lo ridiculiza en sus artículos. (FILMAFFINITY)
15 de enero de 2011
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Capra es el más grande. Casi todas sus películas son extraordinarias. Pertenece a ese selecto grupo de directores que casi todo lo que hicieron fue maravilloso (Wyler, Wilder, Hawks y Hitchcock). Gracias a ellos amamos el cine. Gracias a sus historias alcanzamos la felicidad. A todos ellos simplemente: GRACIAS.
"El secreto de vivir cuenta la historia de Longfellow Deeds, un tipo sencillo y divertido que acaba de heredar veinte millones de dolares. De su pequeño pueblo ha de trasladarse a New York donde le espera su dinero pero también todos los buitres dispuestos a llevarse algo a la boca.
La película es sencillamente perfecta. No merece la pena hacer un análisis exhaustivo porque ya se han hecho. Sí quisiera añadir que Capra es el director del pueblo; de la gente oprimida, de los marginados, de los enfermos de cuerpo y alma, de los sencillos. Nadie ha sabido reflejar como él la cara del pueblo. Sus primeros planos y los planos generales de los pobres son de una veracidad desgarradora. ¿Cómo lo conseguía? No tengo ni la menor idea. Capra siempre hizo películas ensalzando al hombre sencillo. De ahí su vigencia por los siglos de los siglos.
Y, Longfellow es, ante todo, un hombre libre y un hombre sencillo. No es como la masa y eso es lo que no le pueden perdonar. Y acaba harto. Harto de tantos pesados. El conoce muy bien a la gente, no es ningún ingenuo. Les da sopas con hondas a todos los trepas que le rodean. Pero termina harto. Harto de escuchar: "Deme el dinero a mí", "Usted no sabe que hacer con el dinero", "Está loco porque no nos lo da a nosotros". Y a pesar de ello, Longfellow, mira a los ojos de los pobres, se sonrie y exclama: "¡Comida para todos! Y eso sí que ya no se lo perdonan. No puede dar su dinero a los pobres, el dinero tiene que ser para los ricos.
El secreto de vivir lo tiene Longfellow y, a veces, también nosotros. Pero también acabamos hartos. Hartos de tanto pesimista, de tanto materialista, de tanto realista. ¡Hartos de tantos pesados"
el chulucu
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