Hablar de “Circle” sin estropear ABSOLUTAMENTE NADA la experiencia es muy difícil. Yo he tenido la suerte de acercarme a ella a ciegas, sin haber visto ni leído nada de nada, y he disfrutado al máximo cada segundo y cada descubrimiento de esta obra. Por ello, esta es una de esas veces en las que aconsejo que frenéis, confiéis en mi criterio y corráis a verla, pues disfrutar de “Circle” sin saber qué os depara es algo que todo el mundo debe vivir una vez en la vida.
Esta es una de las pocas propuestas que yo considero redondas -AJAJ LO PILLÁIS? “REDONDA”-, pues todos sus elementos en conjunto se aúnan y forman una película coherente consigo misma y con el medio, capaz de resolver muchas de las cuestiones accesorias del cine que separan al séptimo arte de la realidad. Debería extenderme en este tema por que va a levantar ampollas, pero en la vida no hay elipsis, no hay bandas sonoras, no hay montaje ni hay una trama estructurada en actos, personajes principales y secundarios, conflictos… y aunque hay MUCHAS obras maestras que han sabido jugar con estos elementos correctamente, que una película los enfoque correctamente y se aproveche de ellos muestra lo anteriormente mencionado: coherencia, y cierta originalidad, y rompe una barrera con la que el cine cuenta solo por el hecho de ser cine.
Bueno, después de esta rayada matutina -no le hagáis mucho caso, ya me explayaré-, voy a reiterar que veáis la película por que a partir de aquí entro en harina. EL CASO: se supone que han venido extraterrestres a la tierra y han escogido a 50 personas, las han colocado en un extraño círculo y han colocado un PUTO RAYO EXTERMINADOR en el centro. Cada 2 minutos se activa y se carga a alguien, y los participantes tienen la posibilidad de escoger democráticamente quién será su siguiente victima. Super heavy.
Obviamente, esto no va de hombres blancos heterosexuales de mediana edad -que me gustaría verla de esa forma, a ver que pasa-, sino que en el circulo hay multitud de personas de diferentes géneros, edades, nacionalidades, culturas… de esta forma, asistimos a un espectáculo sobrecogedor: el de un conjunto de desconocidos que deciden quién debe ser el siguiente en morir. La idea es reflejar la escala de prioridades de la sociedad, y de poner rostro a sus prejuicios y, en parte, mostrar cuál es su funcionamiento. Podremos ver cómo se organizan para ganar tiempo, cómo comprenden que ocurre, como forman grupos y se segregan y hasta dónde permiten que llegue su ética cuando sus vidas corren peligro.
El aspecto sociológico de la obra es digno de puto aplauso, porque se lo han currado un montón, y eso se nota. Cada una de las decisiones que toma el grupo asusta por su realismo, se muestran sinceras y tienen sentido, haciendo que parezca que han realizado una especie de estudio para confeccionar el guion. Un guion que, al margen de las cuestiones ya mencionadas, pone sobre la mesa un buen número de temas y de conflictos con mucho acierto, con unos personajes acojonantemente bien pensados que, aunque no cuentan con una profundidad loquísima, si que se ven verosímiles y cumplen su función sobradamente. VALE, también hay masilla de la que no sabemos nada y que muere relativamente pronto, pero al resto le valen un par de rasgos para que sepamos de qué pie cojean y para que les cojamos cariño.
Un cariño que “Circle” sabe aprovechar para JODERNOS LA VIDA. Sirva de aviso: esta obra es CRUEL, no tiene compasión alguna y no se anda con contemplaciones. Durante el visionado te hará desear un segundo de respiro, un toque de piedad, que no llegará nunca. Su premisa es llevada hasta sus últimas consecuencias, y poco importa a quien le tienes aprecio o con quien te identificas: cada dos minutos habrá una muerte, y puede que sea la suya. Historias dejadas a medias, momentos emocionales, sacrificios… el abanico recursivo es admirable, pero transmite una amargura que pocas obras han sabido igualar.
¿Tiene inconvenientes? A ver, algunos sí. Si nos ponemos tiquismiquis, podríamos criticar que sus últimos momentos no son del todo acertados a la hora de ofrecer conclusiones; o que ciertos temas se quedan demasiado en el aire, incluso admitiendo las características de la premisa. Quizá, de algún modo, la obra podría habernos llegado más hondo, podría haber dado una vuelta completa al concepto que tenemos de la sociedad y de su escala de valores. Pero es criticar por criticar. Esta pequeñísima propuesta independiente no necesita más de lo que tiene, y todo funciona tan bien que asusta. Puede que se quede a las puertas de la perfección, pero tengo claro que jamás volveré a vivir nada similar a estar dentro de ese círculo.