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Voto de Ferdydurke:
4
7,6
34.819
Drama. Acción
San Francisco, enero de 1960. Frank Lee Morris (Eastwood), un preso muy inteligente que se ha fugado de varias prisiones, es trasladado a Alcatraz, cárcel de máxima seguridad situada en una isla rocosa en medio de la Bahía de San Francisco. A pesar de que nadie ha conseguido nunca evadirse de allí, Frank y otros reclusos empiezan a preparar minuciosamente un plan de fuga. (FILMAFFINITY)
24 de julio de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene la seriedad habitual marmórea narrativa de Siegel y el careto cuerpo guapo musculoso de Eastwood (el cerebro de Einstein, la capacidad atlética de Michael Jordan, gimnasia artística, Gervasio Deferr, mediante), pero deja mucho que desear tanto en la suma de tópicos gordos gruesos (el alcaide maloso; el violador en busca del mancebo sabroso, no tiene mal gusto, no lo negamos, eso se lo reconocemos, pero el tito Clint, aunque la mar de estupendo, ya frisaba los cincuenta, no era precisamente mozo, añoso, tenía el lobo, no el de Wall Street ni el de Pulp Fiction, más bien de un corral cualquiera, preferencias más bien geriátricas, menopáusicas, no de efebo, descompuestas; el negro sabio (no) esclavo, un Morgan Freeman, Cadena perpetua, de entretiempo, así como el ratón es el de La milla verde, Stephen King padre padrone, evidente; ...) como en los fallos o conducciones de guion groseros*, vamos, que se deja ver y basta, no es una gran película, es somera, a secas, gracias, de nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
*
- El pintor habla de su musa el alcaide, de su retrato, a continuación el mismo alcaide pasea/vigila por el penal y... tan casualmente (un accidente, el azar) entra justo en la celda del pintor y... tan casualmente descubre el cuerpo del delito, el carrito del helado, con las manos en la masa... eureka (el cuadro en sí y para sí del dolor jajaja, obra maestra, finura, esa medio sonrisa en la jeta del cacique avieso).
- Le dice el negro sabio bueno al tito Eastwood que fue el alcaide el que le prohibió pintar al ya sin dedos doc y... casualmente... el mismo alcaide... casualmente... le saca ese mismo tema de conversación, se deja caer, indirectas de Gila, al amado Morris... con lo cual este, lógicamente, aprovecha la calva ocasión para llamarle (con dos cojones, no se arredra ni teme) gilipollas en su puta cara ahí queda eso y... este... no hace ni el huevo, ahí me las den todas, cuando al pintor por mucho menos, un ataque mucho más sutil contra su augusta persona que ese insulto tan descarado, le había prohibido su felicidad no somos nada, hasta en la cárcel hay clases, injusticia nada poética, unos tanto, a fondo, y los otros ni el pelo de una gamba, el pozo.
- Hace una batida en la noche más oscura para probar palpar el terreno antes de la fuga definitiva y deja el muñeco, el doble, para que disimule, de acuerdo, a continuación vemos al guardián que sospecha, lógicamente (es muy cutre, canta la Traviata, ni un infante en el colegio haría algo tan triste, ese engendro, mi cabeza tiene tres pelos, tres pelos tiene mi cabeza, si no tuviera tres pelos, pues no sería una cabeza, se le ve el cartón, calvo, monigote grotesco, tiene menos credibilidad que el piloto automático cachondo de Aterriza como puedas, ni hablar de la muñeca de Berlanga), y... sí, descubre el tinglado el pastel, se hace una cabal idea del timo del tocomocho, algo huele a podrido en Norteamérica, le pilla la trampa al condenado, y... jajaja, no, falsa alarma, el tito Frank ha vuelto de entre las sombras y el policía en verdad no sospechó del de pega, pero sí, lógicamente, del verdadero, de ahí la confusión y el malentendido, son las cosas del querer, concretamente así son las cosas en las cárceles y en el mundo del cine, la mar de posibles probables, cuestión de estadísticas, y verdaderas ciertas, amazing happens, el acabose, la realidad tal cual, a ojo de buen cubero, poco más o menos, sin afeites ni mierdas.
- El gordito jacarandoso está comiendo para variar tan ricamente, aparece el alcaide, pájaro de mal agüero, coge la flor de otoño, de marras, el maldito crisantemo, y al pobre comilón de repente el último verano le dan los siete males, espuma por la boca, el baile de San Vito (Corleone), y se lanza al vacío y... al muere que se dice, parraque de no te menees al instante, la carne es débil, el alma frágil, a por uvas y ya en la tumba, tanta tumba, pobre gente, jamacuco inopinado mediante, sin fuste.
Por no citar todos los detalles entresijos delirantes de la fuga que nos eternizamos y nos jartamos de reír.
Pero bueno, en fin, que bien, pintona, salerosa, bien resuelta, el final en off está chulo, no murieron (como Elvis o Stalin, pareja de hecho, regentan un chiringuito en una playa perdida, The beach (boys) con Leonardo Di Caprio al acecho, a tres bandas, el tercero en concordia y buen alimento, esparcimiento, discernimiento), no se ahogaron, qué vulgaridad, estaban de parranda, en el ancho océano, apnea, Titanic, relato de un náufrago, y ahora andan están repartiendo bombonas de butano, El milagro de P.Tinto, en la misma Nueva Zelanda, en las Antípodas, son leyenda, como el Dioni, de la que se hacen los sueños la materia.
- El pintor habla de su musa el alcaide, de su retrato, a continuación el mismo alcaide pasea/vigila por el penal y... tan casualmente (un accidente, el azar) entra justo en la celda del pintor y... tan casualmente descubre el cuerpo del delito, el carrito del helado, con las manos en la masa... eureka (el cuadro en sí y para sí del dolor jajaja, obra maestra, finura, esa medio sonrisa en la jeta del cacique avieso).
- Le dice el negro sabio bueno al tito Eastwood que fue el alcaide el que le prohibió pintar al ya sin dedos doc y... casualmente... el mismo alcaide... casualmente... le saca ese mismo tema de conversación, se deja caer, indirectas de Gila, al amado Morris... con lo cual este, lógicamente, aprovecha la calva ocasión para llamarle (con dos cojones, no se arredra ni teme) gilipollas en su puta cara ahí queda eso y... este... no hace ni el huevo, ahí me las den todas, cuando al pintor por mucho menos, un ataque mucho más sutil contra su augusta persona que ese insulto tan descarado, le había prohibido su felicidad no somos nada, hasta en la cárcel hay clases, injusticia nada poética, unos tanto, a fondo, y los otros ni el pelo de una gamba, el pozo.
- Hace una batida en la noche más oscura para probar palpar el terreno antes de la fuga definitiva y deja el muñeco, el doble, para que disimule, de acuerdo, a continuación vemos al guardián que sospecha, lógicamente (es muy cutre, canta la Traviata, ni un infante en el colegio haría algo tan triste, ese engendro, mi cabeza tiene tres pelos, tres pelos tiene mi cabeza, si no tuviera tres pelos, pues no sería una cabeza, se le ve el cartón, calvo, monigote grotesco, tiene menos credibilidad que el piloto automático cachondo de Aterriza como puedas, ni hablar de la muñeca de Berlanga), y... sí, descubre el tinglado el pastel, se hace una cabal idea del timo del tocomocho, algo huele a podrido en Norteamérica, le pilla la trampa al condenado, y... jajaja, no, falsa alarma, el tito Frank ha vuelto de entre las sombras y el policía en verdad no sospechó del de pega, pero sí, lógicamente, del verdadero, de ahí la confusión y el malentendido, son las cosas del querer, concretamente así son las cosas en las cárceles y en el mundo del cine, la mar de posibles probables, cuestión de estadísticas, y verdaderas ciertas, amazing happens, el acabose, la realidad tal cual, a ojo de buen cubero, poco más o menos, sin afeites ni mierdas.
- El gordito jacarandoso está comiendo para variar tan ricamente, aparece el alcaide, pájaro de mal agüero, coge la flor de otoño, de marras, el maldito crisantemo, y al pobre comilón de repente el último verano le dan los siete males, espuma por la boca, el baile de San Vito (Corleone), y se lanza al vacío y... al muere que se dice, parraque de no te menees al instante, la carne es débil, el alma frágil, a por uvas y ya en la tumba, tanta tumba, pobre gente, jamacuco inopinado mediante, sin fuste.
Por no citar todos los detalles entresijos delirantes de la fuga que nos eternizamos y nos jartamos de reír.
Pero bueno, en fin, que bien, pintona, salerosa, bien resuelta, el final en off está chulo, no murieron (como Elvis o Stalin, pareja de hecho, regentan un chiringuito en una playa perdida, The beach (boys) con Leonardo Di Caprio al acecho, a tres bandas, el tercero en concordia y buen alimento, esparcimiento, discernimiento), no se ahogaron, qué vulgaridad, estaban de parranda, en el ancho océano, apnea, Titanic, relato de un náufrago, y ahora andan están repartiendo bombonas de butano, El milagro de P.Tinto, en la misma Nueva Zelanda, en las Antípodas, son leyenda, como el Dioni, de la que se hacen los sueños la materia.