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Voto de Ferdydurke:
3
6,9
849
Drama
Drama sobre la relación adúltera de Sarah, una mujer israelí que dirige un café en el oeste de Jerusalén, y Saleem, palestino de Jerusalén Este que trabaja como repartidor. Sus cónyuges se vuelven conscientes de los engaños de sus parejas después de que Saleem y Sarah se peleen en público, lo que sitúa a Saleem en el punto de mira de las fuerzas de seguridad israelíes. (FILMAFFINITY)
20 de febrero de 2022
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo personal es político, ¿no era eso?
En las pelis de terror juvenil, en las clásicas y seguramente en las más modernas que mucho yo desgraciadamente no veo, el sexo equivale o supone muerte inminente, atroz, violenta, salvaje, la expiación cruenta y muy merecida de un gran pecado, quizás el único con real peso, la carne, probarla. Bueno, pues está claro que los judíos y los palestinos viven inmersos en un Viernes 13 permanente y un polvo en mala hora, meterla o recibirla (por) donde no se debe, ay, esas fergonetas con sus traseras que el diablo las carga, te puede llevar de cabeza/directo al agujero, al de la perdición abismo, al hoyo, sin comerlo ni beberlo, a bote pronto, ese pozo negro.
La tesis de la película es meridiana, las intenciones, correctas, loables incluso, las reflexiones, pertinentes, adecuadas, me sumo/uno a ellas, un todo apreciable, falla, por lo tanto, en lo demás, en el cómo, yo no me lo creo, un descalzaperros que tiende inevitablemente hacia el morbo cornudo grueso, más obvio y prescindible, al estrépito inverosímil y el comportamiento de los personajes chusco, nada creíble, de lo serio o dramático, de la tragedia terrible hay un solo paso hasta llegar al disparate inefable, ignominioso.
Hay una escena más o menos anodina, una más, en la que la mujer árabe aprovecha un despiste/ausencia cafetero de la abogada en cuestión para coger o llevarse unos importantes papeles, que me aspen, o documentos y aquí no ha pasado nada, la vida sigue, paz y gloria, a través de los cuales descubre el pastel marital infiel, vale. Ese momento fue/supuso para mí la definitiva caída del caballo, pero podría haber sido casi cualquier otro, cuando yo ya no me creí nada y me distancié un tanto bastante de la trama, de lo que allí, con tanto esmero y no mucho rigor, se contaba o estaba contando, casi una chirigota, más una mala broma que algo severo. Pero antes o después suceden o se dan casualidades, descubrimientos o encontronazos similares, igualmente azarosos, nada posibles, demasiado a propósito puestos por el ayuntamiento.
Y eso que el final me gustó, es bueno, seco, sabio, comprensivo, escéptico, rico, sabroso, bien.
En las pelis de terror juvenil, en las clásicas y seguramente en las más modernas que mucho yo desgraciadamente no veo, el sexo equivale o supone muerte inminente, atroz, violenta, salvaje, la expiación cruenta y muy merecida de un gran pecado, quizás el único con real peso, la carne, probarla. Bueno, pues está claro que los judíos y los palestinos viven inmersos en un Viernes 13 permanente y un polvo en mala hora, meterla o recibirla (por) donde no se debe, ay, esas fergonetas con sus traseras que el diablo las carga, te puede llevar de cabeza/directo al agujero, al de la perdición abismo, al hoyo, sin comerlo ni beberlo, a bote pronto, ese pozo negro.
La tesis de la película es meridiana, las intenciones, correctas, loables incluso, las reflexiones, pertinentes, adecuadas, me sumo/uno a ellas, un todo apreciable, falla, por lo tanto, en lo demás, en el cómo, yo no me lo creo, un descalzaperros que tiende inevitablemente hacia el morbo cornudo grueso, más obvio y prescindible, al estrépito inverosímil y el comportamiento de los personajes chusco, nada creíble, de lo serio o dramático, de la tragedia terrible hay un solo paso hasta llegar al disparate inefable, ignominioso.
Hay una escena más o menos anodina, una más, en la que la mujer árabe aprovecha un despiste/ausencia cafetero de la abogada en cuestión para coger o llevarse unos importantes papeles, que me aspen, o documentos y aquí no ha pasado nada, la vida sigue, paz y gloria, a través de los cuales descubre el pastel marital infiel, vale. Ese momento fue/supuso para mí la definitiva caída del caballo, pero podría haber sido casi cualquier otro, cuando yo ya no me creí nada y me distancié un tanto bastante de la trama, de lo que allí, con tanto esmero y no mucho rigor, se contaba o estaba contando, casi una chirigota, más una mala broma que algo severo. Pero antes o después suceden o se dan casualidades, descubrimientos o encontronazos similares, igualmente azarosos, nada posibles, demasiado a propósito puestos por el ayuntamiento.
Y eso que el final me gustó, es bueno, seco, sabio, comprensivo, escéptico, rico, sabroso, bien.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Según avanza la película, más se echa de menos que nos hubieran explicado el comienzo del adulterio, si fueron conscientes al principio de todo en un mínimo porcentaje siquiera de la posible transgresión (la compañera de trabajo se escandaliza cuando la protagonista le comenta que se ha liado con un árabe, la parece algo muy bajo o desesperado, y no sabe nada del contexto, de todas las demás implicaciones), del tal vez peligro que originan o provocan esos encuentros en la noche, aunque hay que recordar en este sentido que el tipo fue capaz de volver a tener sexo con ella tras la tremenda experiencia sufrida con la "inteligencia palestina", no hay tal en este caso, más bien mucha chapuza, lo cual nos hace ver que eran ambos a este respecto bastante lelos, no se hacían cabal idea de lo que se estaban jugando, ni eran capaces de imaginar las posibles consecuencias, solo disfrutaban de esa sensación de pequeña aventura y placer prohibido, de jugar algo con fuego, tampoco mucho.
Los cuatro, el cuarteto de Jerusalén, son atractivos, también corrientes y molientes, cada uno a su manera, bien escogidos, especialmente guapa la mujer embarazada.
Nunca te acuestes con el enemigo (aunque sea ficticio, tan apolítico) ni, mucho menos, con el chico/hombre de los recados, a quién se le ocurre.
Aquello es un avispero, un proceso kafkiano en continuo movimiento, en construcción, el rabo de la lagartija que se sigue agitando, la novena sinfonía del estupor y el desconcierto, un grotesco y siniestro malentendido.
Y el personaje del hermano desaparece como si se lo hubiera tragado la tierra, ella ya no lo quiere, en un dado momento.
Un astronauta al sol, en el desierto, quemado. Nikita Mikhalkov. Extranjero en su propio pueblo.
Un militar sin ejército, rumiando su poco seso, casi tártaro.
Y dos mujeres que entienden que nada es cierto, todo es un invento, la realidad es una pantomima, hay que seguir el juego.
Ni héroes ni tumbas, solo suma de errores y mucho sufrimiento.
Los cuatro, el cuarteto de Jerusalén, son atractivos, también corrientes y molientes, cada uno a su manera, bien escogidos, especialmente guapa la mujer embarazada.
Nunca te acuestes con el enemigo (aunque sea ficticio, tan apolítico) ni, mucho menos, con el chico/hombre de los recados, a quién se le ocurre.
Aquello es un avispero, un proceso kafkiano en continuo movimiento, en construcción, el rabo de la lagartija que se sigue agitando, la novena sinfonía del estupor y el desconcierto, un grotesco y siniestro malentendido.
Y el personaje del hermano desaparece como si se lo hubiera tragado la tierra, ella ya no lo quiere, en un dado momento.
Un astronauta al sol, en el desierto, quemado. Nikita Mikhalkov. Extranjero en su propio pueblo.
Un militar sin ejército, rumiando su poco seso, casi tártaro.
Y dos mujeres que entienden que nada es cierto, todo es un invento, la realidad es una pantomima, hay que seguir el juego.
Ni héroes ni tumbas, solo suma de errores y mucho sufrimiento.