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Voto de Ferdydurke:
6
7,3
21.869
Drama
Narra la historia real de cómo el pequeño Saroo Brierley, con tan sólo cinco años, se montó solo en un tren para, dos días después, perderse en las calles de Calcuta, a miles de kilómetros de casa. Tras un largo periplo acabó siendo adoptado por una pareja australiana. Veinticinco años después, con la única ayuda de Google Earth, Saroo intentará encontrar a su familia biológica... (FILMAFFINITY)
1 de febrero de 2017
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanta lágrima y tanto moco no puede ser bueno. Te lloré el Ganges entero, amor. El Amazonas y el Orinoco, el Titicaca y el Baikal. Uno tras otro, a horcajadas y a bote pronto. Sin poder parar de llorar. A troche y moche y sin remedio. A los puros gritos y en silencio. Viento en popa a toda vela.
Puedo decir por primera vez sin temor a equivocarme que esta va a ser por fin una crítica completamente subjetiva, en la que la puñetera, y tan chata, razón no va a tener nada que ver, va a descansar por esta vez. Va a ser una reseña dictada exclusivamente por el llanto y los buenos sentimientos, absoluta y arrebatadoramente sentimental, escrita por mis ojos, bañada en sal y pena alegre, ahíta de dolor feliz.
Primera parte deslumbrante (hasta que aparece el buen Patel), socavón a continuación*, psicodrama espantoso y forzado (pobre hermano, qué papelón le tocó al torturado Mantosh; si yo fuera... él, montaría un pifostio del doce, les caería una demanda del copón a esta producción, como un remojón, por mancillar mi buen nombre, mi honor incólume hasta el infausto momento en el que se rodó esta película) y remate afinado y esperado, sin grandes alardes, eficaz y resultón.
Se trata de pérdidas y encuentros, de países como continentes, de pobreza, abuso, amor y generosidad; de las diferencias entre mundos y los lazos familiares o simplemente humanos.
Delicada, honda, dolorosa muchos momentos. Excesiva, obvia, innecesaria otras veces. En la pobreza y el desconsuelo hay silencio y contemplación. En la riqueza del primer mundo se hace espectáculo con los dolores y se despilfarran parrafadas y fuerzas en inútiles demostraciones de histerismo melodramático. Esto parece demostrar, indirectamente, esta película si confrontamos las dos partes y los dos países y las dos historias sucesivas. El balance, a pesar de todo, es positivo y el pañuelo necesario. No es una gran película, pero cumple lo que se propone (destrozarnos con quirúrgica precisión el corazón, lavarnos por dentro y por fuera, hacernos creer aunque solo sea por un miserable momento que no somos tan jodidamente malos e insensibles como habitualmente parecemos, que en verdad el alma todavía la tenemos en su sitio, lo mismo que las ganas locas de disfrutar por fin de un mundo feliz, también, faltaría más).
Puedo decir por primera vez sin temor a equivocarme que esta va a ser por fin una crítica completamente subjetiva, en la que la puñetera, y tan chata, razón no va a tener nada que ver, va a descansar por esta vez. Va a ser una reseña dictada exclusivamente por el llanto y los buenos sentimientos, absoluta y arrebatadoramente sentimental, escrita por mis ojos, bañada en sal y pena alegre, ahíta de dolor feliz.
Primera parte deslumbrante (hasta que aparece el buen Patel), socavón a continuación*, psicodrama espantoso y forzado (pobre hermano, qué papelón le tocó al torturado Mantosh; si yo fuera... él, montaría un pifostio del doce, les caería una demanda del copón a esta producción, como un remojón, por mancillar mi buen nombre, mi honor incólume hasta el infausto momento en el que se rodó esta película) y remate afinado y esperado, sin grandes alardes, eficaz y resultón.
Se trata de pérdidas y encuentros, de países como continentes, de pobreza, abuso, amor y generosidad; de las diferencias entre mundos y los lazos familiares o simplemente humanos.
Delicada, honda, dolorosa muchos momentos. Excesiva, obvia, innecesaria otras veces. En la pobreza y el desconsuelo hay silencio y contemplación. En la riqueza del primer mundo se hace espectáculo con los dolores y se despilfarran parrafadas y fuerzas en inútiles demostraciones de histerismo melodramático. Esto parece demostrar, indirectamente, esta película si confrontamos las dos partes y los dos países y las dos historias sucesivas. El balance, a pesar de todo, es positivo y el pañuelo necesario. No es una gran película, pero cumple lo que se propone (destrozarnos con quirúrgica precisión el corazón, lavarnos por dentro y por fuera, hacernos creer aunque solo sea por un miserable momento que no somos tan jodidamente malos e insensibles como habitualmente parecemos, que en verdad el alma todavía la tenemos en su sitio, lo mismo que las ganas locas de disfrutar por fin de un mundo feliz, también, faltaría más).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
* Esa, por ejemplo, cena estrepitosa en la que Patel arremete contra su hermano y este se pone, como de pequeño, a golpearse la cabeza es directamente vergonzosa.
Rooney Mara es una preciosidad y una sensible actriz, pero su personaje no sirve para nada, puro relleno atontado y oportunista.
Kidman tiene sobrada experiencia y oficio reconocido, pero se vuelve a pasar con escenas hechas exclusivamente, eso parece o canta, para su supuesto lucimiento.
El final "real" está bien. Lo normal en estos casos "oficiales", la prueba del delito cinematográfico y las comparaciones odiosas y todas esas cosas.
Rooney Mara es una preciosidad y una sensible actriz, pero su personaje no sirve para nada, puro relleno atontado y oportunista.
Kidman tiene sobrada experiencia y oficio reconocido, pero se vuelve a pasar con escenas hechas exclusivamente, eso parece o canta, para su supuesto lucimiento.
El final "real" está bien. Lo normal en estos casos "oficiales", la prueba del delito cinematográfico y las comparaciones odiosas y todas esas cosas.