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Voto de Ferdydurke:
7
5,7
647
Drama
A principios de los años 70, más de cuarenta mil españolas trabajan en París como sirvientas; la mayoría ni siquiera habían salido de su pueblo. Entre esas muchachas está Emilia, que ha dejado atrás los tiempos difíciles y se ha adaptado a la gran ciudad; Isabel, que lucha por sacar adelante al hijo que tuvo con un hombre que la abandonó; Dioni, que sólo piensa en ahorrar para comprar su dote, y Francisca, una mujer completamente desorientada. (FILMAFFINITY) [+]
29 de mayo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Molto bene. Tengo miedo. La España invertebrada o José Agustín Goytisolo.
Naturalismo con tendencia al expresionismo. Ajustado objetivismo que quiere también denunciar y criticar a lo suyo. Realismo lírico, hermoso, con una bella fotografía y una muy acertada banda sonora* y unas estupendas actrices entre las que destacan, obviamente, la gran Ana Belén y, claro que sí, Laura Valenzuela.
Naturalismo con tendencia al expresionismo. Ajustado objetivismo que quiere también denunciar y criticar a lo suyo. Realismo lírico, hermoso, con una bella fotografía y una muy acertada banda sonora* y unas estupendas actrices entre las que destacan, obviamente, la gran Ana Belén y, claro que sí, Laura Valenzuela.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
* Cómo cambia el tema principal cuando ella sabe que se ha quedado embarazada y está en el metro tan triste.
Cuatro opciones:
a) O te vuelves a casa, por ejemplo, Sigüenza, con el rabo entre las piernas y llena de derrota y pena. La ciudad no es para mí, menos París.
b) O la prostitución más o menos llevadera con especímenes del calibre de López Vázquez y Sacristán, qué memos.
c) O el embarazo no deseado a manos de un miserable de espanto, gol por toda la escuadra, viva España.
d) O te casas y te embarcas parece que en Alemania, ahí es nada.
No hay mucha salida, todo es más o menos ruina, pero al final ella se libera de aquella manera, desafiante, en todos los sentidos y de tanta cadena, de la esclavitud tan amable y condescendiente de la casa francesa y del patán con esas dos brujas de horror por medio (vaya escena, como sacada de una película de terror encapsulado en una cocina embutida en la modernez medio futurista de mediados del siglo pasado y todo lo inmediatamente posterior tan pop, entre Mi tío de Tati y Blow-Up de Antonioni).
Sorprende, y también se aplaude, ese cierre en alto, airado, político, alzado del suelo, tremendo con el muy gritado no al aborto (yo sé cómo arreglar estas cosas, claro, a eso se refería tan desalmado cobarde), bien hecho, y el epílogo en el que ella ha cambiado, ha perdido toda la inocencia y la mucha tontería, ya no es una débil y creída princesa, ha abierto los ojos, ha tomado conciencia, se ha maquillado, tiene su cara pinturas bélicas, se ha declarado en estado de total guerra, cuidado con ella.
La escena en la que Emma Cohen humilla a Ana y ella se enfada, es orgullosa, terca, lucha de clases en vena, por eso al final se rebela, más o menos, lo que le dejan.
En la radio creo que suena Manolo Escobar en un momento dado, bravo, pero yo me la imagino más bien a Ana, ya al final de su periplo mínimo o aventura abismal, yendo a ver en directo a los Black Sabbath que justo por aquel entonces, ese mismo año, las casualidades no existen, estaban dando un concierto mítico en París.
Película de aires desapercibidos, aparentemente despistada, pero rigurosa, golpea con puño de hierro, de calado, triste, por momentos hasta siniestra, reivindicativa, erguida, o de cómo dar dignidad a los personajes arrasados por la Historia.
Quizás lo único flojo sea ese apartado esperpento paródico en el que Simón Andreu alecciona, da clases, a las burguesitas francesas sobre cómo bien tratar a sus empleadas/esclavas españolas, ahí peca de evidente y explícito, pero bueno, está bien probar, el experimento, un sano intento.
Muy apreciable película.
P.D.: Viva Paco Ibáñez y todas esas canciones de poemas buenos, qué tiempos aquellos, cuando todavía se creía en la fuerza invencible de la palabra, y de paso de la música, como motor de cambio, como esperanza y revolución, ahora de eso ya nada queda, agua de borrajas, borrado todo por el viento imparable del progreso, helados, en los huesos nos hemos quedado, al descubierto, a la intemperie, vendidos por cuatro duros, ateridos de frío, muertos por dentro, ríendo.
Cuatro opciones:
a) O te vuelves a casa, por ejemplo, Sigüenza, con el rabo entre las piernas y llena de derrota y pena. La ciudad no es para mí, menos París.
b) O la prostitución más o menos llevadera con especímenes del calibre de López Vázquez y Sacristán, qué memos.
c) O el embarazo no deseado a manos de un miserable de espanto, gol por toda la escuadra, viva España.
d) O te casas y te embarcas parece que en Alemania, ahí es nada.
No hay mucha salida, todo es más o menos ruina, pero al final ella se libera de aquella manera, desafiante, en todos los sentidos y de tanta cadena, de la esclavitud tan amable y condescendiente de la casa francesa y del patán con esas dos brujas de horror por medio (vaya escena, como sacada de una película de terror encapsulado en una cocina embutida en la modernez medio futurista de mediados del siglo pasado y todo lo inmediatamente posterior tan pop, entre Mi tío de Tati y Blow-Up de Antonioni).
Sorprende, y también se aplaude, ese cierre en alto, airado, político, alzado del suelo, tremendo con el muy gritado no al aborto (yo sé cómo arreglar estas cosas, claro, a eso se refería tan desalmado cobarde), bien hecho, y el epílogo en el que ella ha cambiado, ha perdido toda la inocencia y la mucha tontería, ya no es una débil y creída princesa, ha abierto los ojos, ha tomado conciencia, se ha maquillado, tiene su cara pinturas bélicas, se ha declarado en estado de total guerra, cuidado con ella.
La escena en la que Emma Cohen humilla a Ana y ella se enfada, es orgullosa, terca, lucha de clases en vena, por eso al final se rebela, más o menos, lo que le dejan.
En la radio creo que suena Manolo Escobar en un momento dado, bravo, pero yo me la imagino más bien a Ana, ya al final de su periplo mínimo o aventura abismal, yendo a ver en directo a los Black Sabbath que justo por aquel entonces, ese mismo año, las casualidades no existen, estaban dando un concierto mítico en París.
Película de aires desapercibidos, aparentemente despistada, pero rigurosa, golpea con puño de hierro, de calado, triste, por momentos hasta siniestra, reivindicativa, erguida, o de cómo dar dignidad a los personajes arrasados por la Historia.
Quizás lo único flojo sea ese apartado esperpento paródico en el que Simón Andreu alecciona, da clases, a las burguesitas francesas sobre cómo bien tratar a sus empleadas/esclavas españolas, ahí peca de evidente y explícito, pero bueno, está bien probar, el experimento, un sano intento.
Muy apreciable película.
P.D.: Viva Paco Ibáñez y todas esas canciones de poemas buenos, qué tiempos aquellos, cuando todavía se creía en la fuerza invencible de la palabra, y de paso de la música, como motor de cambio, como esperanza y revolución, ahora de eso ya nada queda, agua de borrajas, borrado todo por el viento imparable del progreso, helados, en los huesos nos hemos quedado, al descubierto, a la intemperie, vendidos por cuatro duros, ateridos de frío, muertos por dentro, ríendo.