Haz click aquí para copiar la URL
Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
3
Thriller. Intriga Nico, un niño de diez años, recibe una carta con una amenaza de muerte, pero nadie en su entorno parece creerle. Jon (Raúl Arévalo), un joven obsesionado con los números, investiga una serie de muertes ocurridas a lo largo de los años en el mismo lugar y que parecen tener un patrón en común. Descifrar esta secuencia quizá sea lo único que podrá salvar a Nico. (FILMAFFINITY)
15 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Putos bichos.
Destino final. Donnie Darko. La muerte en Samarra. Intacto.
Es lo de siempre, se plantean tantas tramas o temas abismos de tanta envergadura o enjundia y posible complejidad y dificultad que casi cada mínima parte de cada uno de ellos necesitaría una película propia para sí mismo para poder así desarrollarse como dios manda y no de esta forma tan superficial, atropellada y poco creíble que solo sirve como trozo de un rompecabezas que en la suma de sus partes es igual de forzado o inverosímil que en cada trama por sí sola, ni más es más ni menos tampoco, empate a cero, a nada tampoco, a muy poca cosa finalmente.
Y, parecido, para que encaje la secuencia numérica dichosa, la del cómico del flequillo, Piedrahita, la habitación de Fermat, para que tenga un sentido todo el meollo, santo quilombo, divino cotolengo, y se acabe en algún lado o lugar o donde se debe o toca se hacen también equIlibrismos y funambulismos de todo tipo o se sacan de la manga tonta ancha banda ases y tantas cartas o trucos del almendruco que inevitablemente (te) desconectas desenchufas, te alejas de la historia aunque no quieras o incluso te puede llegar a molestar o irritar su errática deriva caprichosa o su estructura argamasa desmadrada al ser en ese sentido tan poco seria, al estar atada a circunstancias tan cambiantes o poco claras, al ser un juego que maneja sus reglas un poco a su antojo (más bien como le da la real gana, esto son lentejas y si no te gustan o no las quieres, las dejas), con, por un lado, una libertad inusitada tramposa, y, por el otro, demasiado preocupado por que al final cada muerto y cada vivo esté en su sitio aunque para ello tenga que recurrir incluso literalmente a milagros*.
Los actores están bien; Raúl siempre es un poco cenizo, arenoso, terroso, turbio, en voz baja, gritos (pocos) y susurros (muchos), interpretación hacia dentro, introspectiva; Aura, demasiado dubitativa o tímida, es muy dulce y guapa, pero le falta garra, poso o agallas o creérselo más o tener más jeta, copiar algo, por ejemplo, de la Peña Candela, de esa simpática desvergüenza, de esa vulgaridad barriobajera cuando toca, consejos tengo, al desnudo Eva, robarle el alma por un momento, impostora; y Belén graciosa, caricata nata que cuando ríe llora y viceversa como la zarzamora, muy buena, muy dotada para el drama y la comedia, tomársela en serio cuesta o al revés, bien; pero en los tres casos logran ajustarse a sus personajes correctamente, sin pega.
En el caso Calparsoro tan querido no hay queja, arma bien el cacharro o juguete, lo desmonta pieza a pieza y después lo reconstruye profesionalmente, ikea, los profesionales, el Lee Marvin de nuestro cine más quisiera (¿cuál?), en ese o en cierto sentido pinturero puramente gótico carpintero, es admirable, ahora bien, hay un detalle infame que a mí especialmente, para eso estamos, me molesta, y no solo en esta película, casi prácticamente en cualquiera que se utilice ese recurso o que aparezca ese desagradable invitado a la fiesta, y me refiero al hecho de intercalar malamente imágenes como en blanco y negro del pasado nefando ominoso de aquella mala manera al mismo tiempo que nos las está contando describiendo explicando algún personaje con todo lujo de detalles, redundancia fea innecesaria que, para más inri, en esta ocasión ensombrece o entorpece, desgraciadamente, el maravilloso recital interpretativo de la gran Julieta Serrano, siempre tan estupenda, amada señora.
Una película tan bien hecha y resuelta como vacía, inane, bobona, entretenimiento liviano pasajero sin (mala) mucha hostia. Daba para mucho más, para horas enteras, hay que reconocer, por eso mismo, por lo tanto, que tampoco es tan fácil embutir todo este material caudal narrativo masivo en apenas noventa minutos y que se entienda y del todo no se pierda en la chapuza indecisa o que finalice como (se) debiera pese a tanta vana incoherencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow