(El autor de las ya inmortales, sin ni siquiera la necesidad de ver la luz pública, ni falta que le hace, es un hecho, líneas que van a encontrar algo más abajo, la mejor prosa castellana de nuestro tiempo, me pide me ruega me suplica que reproduzca literalmente lo que a continuación y sin más dilación sigue, a saber, que todos los términos malsonantes u ofensivos, degradantes o hirientes, vejatorios o denigrantes, esos conceptos o adjetivos aberrantes repugnantes nada tienen que ver con su delicada sensibilidad a prueba de bombas, esa altura de miras, y, es más, con los que en verdad está en profundo y airado desacuerdo, su vida, por cierto, al caso viene, está llena de amigos y amigas, a los que cada día reivindica y ensalza y celebra como dios manda, con inclinaciones sexuales o géneros o categorías o biologías o sentires diversos y variopintos y maravillosos sin que por ello, como queda anteriormente dicho pero nunca está de más repetirlo, redunden en desdoro o menosprecio por su parte hacia ellos, ni mucho menos, ni perdón ni miedo, y a los que en realidad, a través de un complejo e intrincado juego de espejos paródico irónico paradójico estrambótico, denuncia, y si es necesario pondrá, en cuestión el asunto, en manos de sus muchos abogados, en este escrito con justiciero orgullo, algo parecido al famoso método paranoico crítico del otro que le sirve de lanza o cuchillo, por todo ello y por lo cual no se hace responsable, abomina de ese asqueroso vocabulario que la película con tanta insistencia, por qué para qué, cómo es posible que se haya podido estrenar tal cual, con el parabién de la crítica, yo me hago cruces, para más inri, y que a todo dios le haya parecido medio normal cuando hiere tanta abundante sensibilidad del personal en general, escándalo, esto es un escándalo, reproduce, aclaraciones todas estas indispensables teniendo en cuenta el gran progreso moral que últimamente está acaeciendo en la humanidad y del que tanto disfrutamos y que nos coloca a todos en atalayas éticas o lugares sagrados impensables hace nada, nunca jamás confundir con cualquier forma de censura o minusvalía vade retro, la mar de la máxima exigencia y para la sociedad tan beneficiosos en grado sumo son estos mejoramientos, gracias, ya finalizo, hermanos, os mando un saludo eximio, seguimos en la lucha, queridos, por un mundo mejor por un mundo feliz lo damos todo, nos partimos el alma y el cerebelo, sangre, lágrimas y sudor, echamos el resto)
Ella, la madre, se parece a Diane Lane y Saffron Burrows, un cruce tan feliz de ambas.
Él es el Nick Nolte de Aflicción y el Clint Eastwood más bizarro.
Y la película es una guía moral para el pobre ciudadano contemporáneo para que no se pierda en la selva del mundo, una creación filosófica de primer orden en tiempos de confusión y duda, te dice claramente lo que es bueno y lo que es malo, te hace el trabajo sucio, y además hace el esfuerzo de separártelo y dejártelo bien limpio y arreglado, claro y distinto, que no se mezclen los conceptos que nos liamos, que no haya guarra promiscuidad rara desviada entre ellos, di no al mestizaje ético, al étnico obvio, a la ambivalencia humana, a la ambigüedad indeterminada malencarada que tanto vivo te jode carcome. Por ejemplo:
Bueno: McCain, la vejez, el pasado, los hombres, la caza, el tabaco, el alcohol, lo hetero que (no) me cago o me meo, lo blanco ese tanto que me apunto, lo fascistoide derechoso que te como, John Wayne que en gloria esté ese hombre que te pego/descerrajo un tiro en los morros, cuidado conmigo, las armas que no las carga el diablo sino dios mismo, por supuesto, el racismo, la homofobia, el buen lenguaje, los alimentos procesados o fritos sin la mantequilla yo no vivo, to eso y algo más seguro, Napoleón Bonaparte por otra parte, que me lo dejo y luego ni una mijita duermo me enervo.
Malo (a rabiar y morir, apártalo de mí): Obama esa mala broma estafa oscura, tatuajes no te fíes, piercings metales, lo oriental, los putos amarillos como el jodido Bruce Lee, qué más nos da si japos o chinos, coreanos o mongoles, ¿lo hispano? (me faltó un negro yo me quejo hondo desgarro), los enfermeros qué miedo, no adoptes, ay los pilotos, perros, Picasso (ese gran majadero rojo de Gernika no tan malagueño o parisino como vasco ni la o con un canuto), el arte moderno con ahínco y el añejo todo entero, no me pintes, no me dibujes, amorcito, las familias mariconas extrañas disfuncionales horrorosas, los maricas, los homosexuales, los sarasas y también las bolleras y hasta las lesbianas, los gays, los bujarrones, los de la otra acera cada vez más transitada, los hombres blandengues retro vade, los maricas, los comepollas, los maricones, las plantas, las mujeres, las mujeres todas putas, las verduras que de aburrimiento te matan mientras te hunden, las musas inspiradoras aspiradoras, los maricas, las mujeres esas zorras, los médicos que a la que nada te descuidas te meten en el mejor de los casos solo el dedo por/en el puto culo, los putos, las putas, los maricas, las mujeres qué golfas, las madres todas, los maricas, las mujeres...
Y se hace corta esta historia de más de cien minutos porque el personaje evoluciona especialmente en el (manejo del) discurso o lenguaje, su enorme variedad, panoplia arsenal, de conceptos, expresiones, ideas, sutilezas y matices que plantea, alucina, desarbola. Así como el resto de personajes tan complejos y las situaciones tan ricas y vivas que nos pirran.