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Voto de Ferdydurke:
6
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Drama
Después de la muerte de su marido, Bernarda somete a sus cinco hijas a una disciplina inquisitorial que equivale, en la práctica, a un enterramiento en vida. La aparición de un hombre, Pepe el Romano, que parece tener intención de casarse con Angustias, la hija mayor, desencadena una serie de acontecimientos que desembocan en un inesperado final. (FILMAFFINITY)
2 de septiembre de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muere el hombre de la casa. La mujer dicta un luto de ocho años.
Las cinco hijas y la criada escuchan aterradas su destino de dolor. Serán enterradas en vida, enclaustradas, enjauladas y engullidas por un mar negro y sin fondo.
Cruel abstinencia. Terrible castidad.
El sexo como centro de todo, obsesiva, abrumadoramente; vórtice enfermizo del que emana un poder de atracción incontrolable y abismal, que arrastra, estira y destruye a las mujeres solas que no pueden calmar ese fuego que se las come por dentro.
Pepe Romano como fantasmal figura masculina. Es el símbolo. El macho. El sexo. El deseo. El imán. La desgracia, el sino, el origen y el final, círculo cerrado y vicioso. Un fulgor de anhelo en la noche más oscura. Una imposibilidad y una maldición.
Es teatro y es poesía. Es el lenguaje de Lorca transfigurando la realidad, adensándola y sublimándola, volviendo a los primeros mitos, al sustrato primitivo que tratamos, inútilmente, de domesticar.
La religión como represión; enfrentada a la carne como mandato, como fuerza de la naturaleza a la que es necesario dar salida o crea monstruos, te devora viva, se pudre y envilece todo lo que toca.
Las mujeres como el objeto más débil, más sojuzgado y controlado, donde estalla la hipocresía social y se demuestra el fracaso de toda forma de coerción o negación de la vida, de nuestra esencia animal que siempre arrasa con todo, por muchos diques que se la pongan.
Casa y familia como lugares de terror, donde la jerarquía es implacable y la madre, un ser muerto por dentro, otro símbolo, el de la ley ciega, el del orden demoledor, inhumano, fiero, espantoso. Y como contrapeso, la criada, la única mujer que ha podido hacer vida fuera, tener hijos y marido, y justo por ello ser menos dolor. Y enfrente Adela, la rebelde, la que va más allá y no acepta la situación, la que reclama y pelea por lo suyo.
Soberbias las actrices (Irene y Florinda especialmente), poderosa la narración. La adaptación es correcta.
Las cinco hijas y la criada escuchan aterradas su destino de dolor. Serán enterradas en vida, enclaustradas, enjauladas y engullidas por un mar negro y sin fondo.
Cruel abstinencia. Terrible castidad.
El sexo como centro de todo, obsesiva, abrumadoramente; vórtice enfermizo del que emana un poder de atracción incontrolable y abismal, que arrastra, estira y destruye a las mujeres solas que no pueden calmar ese fuego que se las come por dentro.
Pepe Romano como fantasmal figura masculina. Es el símbolo. El macho. El sexo. El deseo. El imán. La desgracia, el sino, el origen y el final, círculo cerrado y vicioso. Un fulgor de anhelo en la noche más oscura. Una imposibilidad y una maldición.
Es teatro y es poesía. Es el lenguaje de Lorca transfigurando la realidad, adensándola y sublimándola, volviendo a los primeros mitos, al sustrato primitivo que tratamos, inútilmente, de domesticar.
La religión como represión; enfrentada a la carne como mandato, como fuerza de la naturaleza a la que es necesario dar salida o crea monstruos, te devora viva, se pudre y envilece todo lo que toca.
Las mujeres como el objeto más débil, más sojuzgado y controlado, donde estalla la hipocresía social y se demuestra el fracaso de toda forma de coerción o negación de la vida, de nuestra esencia animal que siempre arrasa con todo, por muchos diques que se la pongan.
Casa y familia como lugares de terror, donde la jerarquía es implacable y la madre, un ser muerto por dentro, otro símbolo, el de la ley ciega, el del orden demoledor, inhumano, fiero, espantoso. Y como contrapeso, la criada, la única mujer que ha podido hacer vida fuera, tener hijos y marido, y justo por ello ser menos dolor. Y enfrente Adela, la rebelde, la que va más allá y no acepta la situación, la que reclama y pelea por lo suyo.
Soberbias las actrices (Irene y Florinda especialmente), poderosa la narración. La adaptación es correcta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Muere la vida joven, la esperanza con ella, ambas son aniquiladas.
Al ponerse la mirada tan ferozmente en la parte más negra, en la aridez, la sequedad y la superstición, se consigue el efecto, buscado, contrario, dar mayor potencia a su contraidea; en este caso sería la exaltación, la reivindicación de la vida en su vertiente más primaria y salvaje, la que atañe a los instintos, al fundacional, al sexual, a esa llama(da) de la selva, eterna e inextinguible. Por ello, doble función: denuncia de la rigidez moribunda y canto, indirecto, por reflejo, a los cuerpos y la sangre. Del choque de los opuestos surge necesariamente la tragedia.
Y de paso, un buen guantazo a todas las formas del mal: el dogma como espanto, las clases sociales como desafuero e injusticia, la distinción de géneros estancados como pena y absurdo, las costumbres machaconas como estupidez peligrosa, el rumor, la sospecha, el cotilleo, la maledicencia... y todos los síntomas de control y estabulación humana son puestos en la picota.
Otro asunto intrincado, y tal vez vidrioso dadas las enloquecidas circunstancias (o conmigo o contra mí, tú verás), sería el del feminismo, ¿lo hay?, ¿no?, ¿algo?, ¿lo contrario?... Es evidente que las que padecen tormento son las mujeres exclusivamente, se dice, incluso, literalmente, que es un castigo nacer mujer (dado lo que te espera). Pero... la orden primera, la fe ciega, el horror, todo el mal entero y verdadero es administrado por una de ellas, madre además. Por otro lado, se trata el deseo de la mujer dirigido únicamente hacia el hombre y además de manera completamente irrefrenable, fuente de miserias si hay tal, si se trata de ponerle freno, son vistas, por lo tanto, como seres frágiles y muy expuestos, con muy poco dominio de la situación, tanto exterior como interior. El contexto social, el que podría ser responsable de su abominable situación, queda en off, como fondo atroz pero no tan decisivo; es la madre la que fuerza las cosas, ya que no estaban obligadas a tanto, la criada, de hecho, se lo intenta decir varias veces, que alivie la carga, que no se pase, pero ella se niega a todo, no hace caso, se cierra, está llena de prejuicios y maldades, de clasismos, ínfulas y orgullos, excede su comportamiento cualquier causa externa, ella se erige en responsable máxima y casi única, el mal procede de ella.
No sé, asunto complicado, yo diría, simplifico, que es una amalgama, se juntan, en la visión lorquiana, una maraña de símbolos y atavismos primitivos, más una denuncia social y religiosa, más un aire trágico literario, más un subrepticio desahogo propio. En fin, difícil reducir tanto a teorías malintencionadas y reduccionistas (que calman y enfadan y suelen gustar tanto por su fácil asimilación como por su obvia identificación y maniqueísmo, porque no te exigen ningún esfuerzo y te devuelven un mundo hecho a tu imagen y semejanza, en el que tú eres la víctima inocente e irresponsable de todas las injusticias, el enemigo es el otro y en ti todo es bueno, lo compro), hay varias en pugna en esta ocasión, de diversos orígenes y condición.
Al ponerse la mirada tan ferozmente en la parte más negra, en la aridez, la sequedad y la superstición, se consigue el efecto, buscado, contrario, dar mayor potencia a su contraidea; en este caso sería la exaltación, la reivindicación de la vida en su vertiente más primaria y salvaje, la que atañe a los instintos, al fundacional, al sexual, a esa llama(da) de la selva, eterna e inextinguible. Por ello, doble función: denuncia de la rigidez moribunda y canto, indirecto, por reflejo, a los cuerpos y la sangre. Del choque de los opuestos surge necesariamente la tragedia.
Y de paso, un buen guantazo a todas las formas del mal: el dogma como espanto, las clases sociales como desafuero e injusticia, la distinción de géneros estancados como pena y absurdo, las costumbres machaconas como estupidez peligrosa, el rumor, la sospecha, el cotilleo, la maledicencia... y todos los síntomas de control y estabulación humana son puestos en la picota.
Otro asunto intrincado, y tal vez vidrioso dadas las enloquecidas circunstancias (o conmigo o contra mí, tú verás), sería el del feminismo, ¿lo hay?, ¿no?, ¿algo?, ¿lo contrario?... Es evidente que las que padecen tormento son las mujeres exclusivamente, se dice, incluso, literalmente, que es un castigo nacer mujer (dado lo que te espera). Pero... la orden primera, la fe ciega, el horror, todo el mal entero y verdadero es administrado por una de ellas, madre además. Por otro lado, se trata el deseo de la mujer dirigido únicamente hacia el hombre y además de manera completamente irrefrenable, fuente de miserias si hay tal, si se trata de ponerle freno, son vistas, por lo tanto, como seres frágiles y muy expuestos, con muy poco dominio de la situación, tanto exterior como interior. El contexto social, el que podría ser responsable de su abominable situación, queda en off, como fondo atroz pero no tan decisivo; es la madre la que fuerza las cosas, ya que no estaban obligadas a tanto, la criada, de hecho, se lo intenta decir varias veces, que alivie la carga, que no se pase, pero ella se niega a todo, no hace caso, se cierra, está llena de prejuicios y maldades, de clasismos, ínfulas y orgullos, excede su comportamiento cualquier causa externa, ella se erige en responsable máxima y casi única, el mal procede de ella.
No sé, asunto complicado, yo diría, simplifico, que es una amalgama, se juntan, en la visión lorquiana, una maraña de símbolos y atavismos primitivos, más una denuncia social y religiosa, más un aire trágico literario, más un subrepticio desahogo propio. En fin, difícil reducir tanto a teorías malintencionadas y reduccionistas (que calman y enfadan y suelen gustar tanto por su fácil asimilación como por su obvia identificación y maniqueísmo, porque no te exigen ningún esfuerzo y te devuelven un mundo hecho a tu imagen y semejanza, en el que tú eres la víctima inocente e irresponsable de todas las injusticias, el enemigo es el otro y en ti todo es bueno, lo compro), hay varias en pugna en esta ocasión, de diversos orígenes y condición.