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Voto de Ferdydurke:
4
6,9
5.311
Western. Aventuras
En 1825, el aristócrata inglés John Morgan (Richard Harris) vive comodamente y sin problemas hasta que los indios Sioux cambian su vida de forma radical. Sin que nadie pueda evitarlo, John es secuestrado y llevado a vivir con ellos como esclavo. En el poblado de la tribu, el joven es obligado a realizar diferentes tareas, pero a medida que pasa el tiempo, John irá acostumbrándose a su nueva vida. Cuando se enamora de la hermana del ... [+]
18 de julio de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Matando pájaros.
El renacido. Bailando con lobos. La balada del Narayama.
Para formar parte de la comunidad, primero hay que matar (al enemigo), después hay que morir (simbólicamente, claro) y finalmente resucitar (a puro huevo).
Donde fueras, haz lo que vieras. No juzguéis.
La mejor parte es la primera o más documental, la más muda, paz y descanso, la peor es la segunda o más narrativa, cuando más se chamulla, trivializa. Es tosca, pedestre y, por momentos, muy burda*, sobre todo al final, y también bestial y desagradable a ratos si se tercia, se pone mal la cosa. No es muy creíble ni como documento histórico antropológico ni como sencilla historia de aventuras. En el primer caso peca cojea de un exagerado esquematismo vacío, a grandes rasgos, superficial simpleza mostrenca, y en el segundo de una excesiva brocha gorda, tópicos gruesos, pueril rudeza bruta.
Es interesante, y también pesada y bárbara, no nos vale como enseñanza, puro conocimiento, apenas dice nada sobre algo, tampoco como entretenimiento, muy obvio y desangelado, se queda a medias de todo. Y sobran los planos infame lisérgicos, de ajena vergüenza, y ciertos movimientos de cámara grotescos, especialmente esos zoom a las bravas, venga.
El renacido. Bailando con lobos. La balada del Narayama.
Para formar parte de la comunidad, primero hay que matar (al enemigo), después hay que morir (simbólicamente, claro) y finalmente resucitar (a puro huevo).
Donde fueras, haz lo que vieras. No juzguéis.
La mejor parte es la primera o más documental, la más muda, paz y descanso, la peor es la segunda o más narrativa, cuando más se chamulla, trivializa. Es tosca, pedestre y, por momentos, muy burda*, sobre todo al final, y también bestial y desagradable a ratos si se tercia, se pone mal la cosa. No es muy creíble ni como documento histórico antropológico ni como sencilla historia de aventuras. En el primer caso peca cojea de un exagerado esquematismo vacío, a grandes rasgos, superficial simpleza mostrenca, y en el segundo de una excesiva brocha gorda, tópicos gruesos, pueril rudeza bruta.
Es interesante, y también pesada y bárbara, no nos vale como enseñanza, puro conocimiento, apenas dice nada sobre algo, tampoco como entretenimiento, muy obvio y desangelado, se queda a medias de todo. Y sobran los planos infame lisérgicos, de ajena vergüenza, y ciertos movimientos de cámara grotescos, especialmente esos zoom a las bravas, venga.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
* La muerte del amigo y de la mujer son un completo desastre por clichés y mal resueltas, el uno cuando se las prometía muy felices, la otra en plena charla.
Cómo no, al final el hombre blanco, sorpresa, sorpresa, se hace el amo del cotarro en tres telediarios y medio, el jefe de todo esto, el rey, el más grande, lo parte, yo y mis cojones, corazón y cerebro.
Las películas más morbosas o sádicas malsanas tanto física como sentimental o espiritualmente suelen gustar mucho a todo el ancho personal, solo se trata de un poco, ni siquiera mucho, disimular, qué mejor si te buscas/agarras, la coges al vuelo, la pintan calva, una coartada de medio pelo intelectual, es cultura y todos a callar.
Los indios son torpes, bestias e ignorantes. Los blancos son estúpidos, borrachos y maleducados. Richard Harris es un señoritingo inglés estirado y relamido, sí, completamente risible, atacado/arrasado por el spleen tan de moda a principios del diecinueve entre los pijos, los dandis y los bohemios europeos, y que sobrevive convirtiéndose primero en un pavoroso gusano, esclavo, burro, sin dignidad ninguna, bestializado, sometido, y después en una avispa o mantis religiosa corta cabelleras despiadada y asesina, además, claro, de un masoquista cuando toca, de peor a horroroso al más puro espanto nos llevan en volandas por los caminos del más atroz martirologio o por los estadios edades del hombre, el método, el proceso, estos cabrones. Por lo tanto, película misántropa, nihilista, feroz (todo es un asco, no dejan títere con cabeza, hasta el amor es traicionero o a sangre fría lo asesinan cuando parece más bueno, nada se salva, a tomar por culo la entera naturaleza humana) ya que además se matan entre ellos, todos contra todos, a los propios y los ajenos, a los hombres y las mujeres, se cortan los dedos, los tendones, los cueros cabelludos... Apocalipsis siempre.
Todo tiene su valor y cuesta un precio, un rito, no como ahora que vivimos entre sombras y espejismos, aguachinada mediocre cobardemente, haciendo tan poco el indio y mucho el más soberano ridículo, imbécil infierno ferpecto.
Cómo no, al final el hombre blanco, sorpresa, sorpresa, se hace el amo del cotarro en tres telediarios y medio, el jefe de todo esto, el rey, el más grande, lo parte, yo y mis cojones, corazón y cerebro.
Las películas más morbosas o sádicas malsanas tanto física como sentimental o espiritualmente suelen gustar mucho a todo el ancho personal, solo se trata de un poco, ni siquiera mucho, disimular, qué mejor si te buscas/agarras, la coges al vuelo, la pintan calva, una coartada de medio pelo intelectual, es cultura y todos a callar.
Los indios son torpes, bestias e ignorantes. Los blancos son estúpidos, borrachos y maleducados. Richard Harris es un señoritingo inglés estirado y relamido, sí, completamente risible, atacado/arrasado por el spleen tan de moda a principios del diecinueve entre los pijos, los dandis y los bohemios europeos, y que sobrevive convirtiéndose primero en un pavoroso gusano, esclavo, burro, sin dignidad ninguna, bestializado, sometido, y después en una avispa o mantis religiosa corta cabelleras despiadada y asesina, además, claro, de un masoquista cuando toca, de peor a horroroso al más puro espanto nos llevan en volandas por los caminos del más atroz martirologio o por los estadios edades del hombre, el método, el proceso, estos cabrones. Por lo tanto, película misántropa, nihilista, feroz (todo es un asco, no dejan títere con cabeza, hasta el amor es traicionero o a sangre fría lo asesinan cuando parece más bueno, nada se salva, a tomar por culo la entera naturaleza humana) ya que además se matan entre ellos, todos contra todos, a los propios y los ajenos, a los hombres y las mujeres, se cortan los dedos, los tendones, los cueros cabelludos... Apocalipsis siempre.
Todo tiene su valor y cuesta un precio, un rito, no como ahora que vivimos entre sombras y espejismos, aguachinada mediocre cobardemente, haciendo tan poco el indio y mucho el más soberano ridículo, imbécil infierno ferpecto.