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Voto de Ferdydurke:
2
5,2
18.315
Romance. Drama
Durante un paseo por la playa, una periodista (Robin Wright Penn) del Chicago Tribune, divorciada y con un hijo, encuentra una botella con una carta de amor en su interior. Intrigada, decide buscar a su autor, un marinero viudo (Kevin Costner) que intenta superar la pérdida de su mujer Catherine, fallecida dos años atrás. (FILMAFFINITY)
11 de julio de 2021
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor hetero en los noventa, esa oda, menudo trasto viejo, ya nada nos interesa, lo que han mejorado los tiempos, qué afortunados somos ahora todos nosotros y casi ni apreciamos lo mucho que tenemos.
Playboy. Como todo lo demás, un asco. Atando cabos. Botavara.
Ni carne ni pescado, todo el corcho en el vino.
Podría haber sido una historia llevadera, mucho más humana y verdadera, de pasión otoñal entre un paleto viudo de mar y una mujer divorciada de ciudad, pero no, no tienen compasión ni merecen ningún perdón, con todos ellos, uno a uno, al paredón, nos quieren torturar, había que adornar pa na, llorar, por delante y por detrás, exaltar, tontear, hacer el ridículo de verdad, con mucha botella en el mar, necrofilia sin parar, los muertos, los pobres, no se tocan, nene, hay que dejarlos descansar en paz, cursilería, mala poesía y melocotón en almíbar hasta vomitar, además de durar una puta eternidad y un día más, por un horrible momento pensé/temí que nunca se iba a acabar, jamás, qué barbaridad.
Te tenías que haber liado con Paul Newman, erraste el tiro, pardilla, un millón de veces superior al petardo del Costner, eso que te hubieras ahorrado, viejo y pellejo, pero mucho más digno, sobrio y entero que el pelma de los mensajes y los barcos, qué pesado y tedioso el puñetero, qué elemento tan sensiblero y porculero.
Lo dicho, con unos cuarenta minutos menos y después de arrasar el 50% del guion, tanta tontería, la cosa hubiera tenido un pase, no este mejunje espeso, intragable.
Playboy. Como todo lo demás, un asco. Atando cabos. Botavara.
Ni carne ni pescado, todo el corcho en el vino.
Podría haber sido una historia llevadera, mucho más humana y verdadera, de pasión otoñal entre un paleto viudo de mar y una mujer divorciada de ciudad, pero no, no tienen compasión ni merecen ningún perdón, con todos ellos, uno a uno, al paredón, nos quieren torturar, había que adornar pa na, llorar, por delante y por detrás, exaltar, tontear, hacer el ridículo de verdad, con mucha botella en el mar, necrofilia sin parar, los muertos, los pobres, no se tocan, nene, hay que dejarlos descansar en paz, cursilería, mala poesía y melocotón en almíbar hasta vomitar, además de durar una puta eternidad y un día más, por un horrible momento pensé/temí que nunca se iba a acabar, jamás, qué barbaridad.
Te tenías que haber liado con Paul Newman, erraste el tiro, pardilla, un millón de veces superior al petardo del Costner, eso que te hubieras ahorrado, viejo y pellejo, pero mucho más digno, sobrio y entero que el pelma de los mensajes y los barcos, qué pesado y tedioso el puñetero, qué elemento tan sensiblero y porculero.
Lo dicho, con unos cuarenta minutos menos y después de arrasar el 50% del guion, tanta tontería, la cosa hubiera tenido un pase, no este mejunje espeso, intragable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Los últimos diez o quince minutos son de un penoso y grotesco, un humor involuntario y tan negro, que yo también del susto casi me ahogo en mi propio dolor de espectador tan humillado y ofendido, preñado de estupor y asombro, ¿pero no tenéis en Jólivud a nadie, por dios santo, que revise nada, los guiones, la escenas, lo que sea, que le eche un ojo por misericordia, estáis todos locos, drogados, sois malas personas simplemente, si acaso?
Y mira que ella es atractiva y entregada y buena chica, pero no hay tu tía, esta obra nefanda y su recuerdo lleno de oprobio la perseguirán con malsana perfidia hasta el final de sus días.
Y me despido en todo lo alto, como en el último mensaje, el de la santa ausente, ese recurso pinturero a última hora, gran sorpresa, que nos robó el alma y nos dejó doblados de emoción y pena.
Y mira que ella es atractiva y entregada y buena chica, pero no hay tu tía, esta obra nefanda y su recuerdo lleno de oprobio la perseguirán con malsana perfidia hasta el final de sus días.
Y me despido en todo lo alto, como en el último mensaje, el de la santa ausente, ese recurso pinturero a última hora, gran sorpresa, que nos robó el alma y nos dejó doblados de emoción y pena.