Máximo riesgo. Salto al vacío. El gran carnaval. La chispa de la vida. Tarde de perros.
A su favor los actores y lo bien rodada que está y el jaleo que se traen entre los policías abajo y arriba y los taxistas y su apuesta cínica que a nadie compensa ni alegra y la gente en la calle y algún apunte de humor, pocos.
En su contra el psicoanálisis que en aquellos años destrozaba malamente, plaga bíblica, todo lo que tocaba, arrasaba por donde pasaba, los torpes intentos de crear tensión que me caigo que no me caigo que entro por fin en la habitación que nunca más, jamás de los jamases, entro en la habitación* y el tan previsible y aburrido final papá.
Resulta todo tan encantador y tierno y bien intencionado y vigoroso y dinámico o rítmico como artificioso y esforzado y hasta grotesco en el retrato psicológico birrioso bilioso y retorcidamente básico del tipo suicida.
Paul Douglas está inmenso y la madre que lo parió, al kamikaze en ciernes, Agnes Moorehead, y el padre Robert por supuesto, el resto menos y qué guapa era Grace Kelly, la hostia, bendita.
No te divorcies, ese podría ser el mensaje que capta al vuelo la futura princesa de Mónaco cuento, o lo contrario o lo previo, mejor no te cases, si no sabes torear matrimoniar, mala mujer, pa' qué te metes, ni te embarques.
Madre mala castradora, con Edipo siempre andamos a cuestas, y padre bueno calzonazos (este modelo familiar también causaba sensación en el cine yanqui, desde Al este del Edén si mal no recuerdo hasta Rebelde sin causa o Esplendor en la hierba más o menos hasta casi cualquiera otra de esa época tortuosa) destruyen/construyen un tipo depresivo, inseguro y demasiado insensible al que ni su novia pavisosa mosquita muerta puede resucitar o rescatar del vacío esencial que vivo le come y del que solo puede escapar o salir gracias a otra figura paterna, esta sí como dios manda, aquella que se imponga y sea capaz de cuestionar, de poner en su sitio, a la madre, el hombre, el padre padrone por antonomasia, el del tráfico, el humilde, el pobre hombre, el que sabe, en su honradez a prueba de bombas, más que lepe. Un niño necesita un padre fuerte tanto como una madre equilibrada para poder crecer bien, sanamente, de lo contrario todo puede venirse abajo, acabar como el rosario de la aurora, de cabeza a la muerte.
Película bien hecha y nada sutil, un espectáculo sano romo y bien dirigido que intenta traducir/reducir sus posibles zonas oscuras a la cháchara psicológica de tres al cuarto de moda, casi paródica, y a unos trucos de guion la mar de prosaicos o penosos.
Vale. De acuerdo.