En realidad la compran para hacer/servir de tapadera, los placeres (te doy mis más sinceros plácemes/parabienes) ocultos, a las indudables/abundantes relaciones homosexuales (solo hay que ver cómo se solazan ambos en su obsesiva misoginia) del profesor con el coronel, ahí le has dado, en esas estamos, entente perversa demoníaca contranatura aberrante. Se suele llamar guardar las formas, mantener las apariencias. Para eso ella sirve solo. La buena sociedad. Lo que supone hipocresía, representación, farsa, tontería.
Pero ella quiere ahora más o lo cuenta, les amenaza, con ello, esa es la pelea, el quid o matiz, el desliz, el meollo, el verdadero conflicto, el auténtico idioma que allí hablan todos, descalzaperros.
Vale.
No hay que haber ido a Oxford. No es o era necesario, tampoco imprescindible.
Estos ingleses... Ya sabemos cómo se las gastan en los internados los niños de buena familia, criadero.
Y luego de mayores, de repente, un buen día, anhelan, recuerdan, balbucean, babean, la nostalgia (del absoluto) les ocupa, asalta, consume, decúbito prono y también supino. Y rematan la faena. Se bañan en el (casi) mismo río.
Calle me by your name. In the name of the father.
Rebeca. Ama de llaves. Oliver Twist.
Trampantojo.