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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
2
Comedia Un grupo de pacientes coincide en la consulta de un eminente psicólogo, todos ellos aquejados de TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo). Pero como el médico se retrasa, tendrán que esperarle intentando mantener a raya -o no tanto- sus manías, impulsos, convulsiones, obsesiones y rituales. Adaptación de la famosa obra teatral del autor y humorista francés Laurent Baffie. (FILMAFFINITY)
30 de octubre de 2017
7 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Habéis tenido la inmensa suerte de presenciar algún partido de Rafael Nadal?
Imaginaos la situación.
- Oiga, doctor Palote, que soy Nadal y estoy fatal. Poco más y no salgo a la pista. A puntito de no poder volver a jugar un partido. Me comen las manías y los putos tics, estoy rodeado, como pirañas hambrientas, de tontos rituales y mil y un detalles que me carcomen. Me ajusto los calzones, me rasco los cojones, me toco el pelo, suspiro, alineo las botellas, salto como un toro, me angustio, sudo, mucho, vamos, digo, Rafa, muevo el brazo, gruño, desafío, combato y casi ya no saco. Los jueces de silla desesperados, los rivales asustados y cabreados y el warning (aviso de castigo para los no tan cosmopolitas o despiertos) siempre al acecho. Así es imposible jugar, ni hablar de poder ganar. Me retiro si no me recupero. Necesito remedio, ayuda urgente de un buen médico. Socorroooo... A Dios le pido.
- Entiendo, Rafael hermoso. ¿Cuál es tu ranking actual?
- Número uno mundial.
- ¿Grand Slam?
- Dieciséis y subiendo.
- ¿Victorias totales?
- Me acerco a las mil.
- ¿Y en tierra batida qué tal te va?
- No mal del todo, gano el 90% de los partidos y tengo todos los récord posibles e inimaginables, soy prácticamente invencible.
- Comprendo. ¿Y? ¿Y? ¿Y?...
- Muchos Master 1000, Copas Davis, Oros olímpicos, todo tipo de torneos......
¿Es, por lo tanto, necesario ser un completo enfermo para triunfar en la vida, para ganar millones de dólares, premios, reconocimientos y de todo el mundo admiraciones, estar como una regadera, de atar, sonado, chalado, majara, mal de la pera, jodida la testa, estropeada la cabeza? ¿Hay que estar loco para brillar? ¿Da igual? ¿Es inevitable, obligatorio, o solo una opción entre otras igualmente válidas, la supuesta salud (tan mental), por ejemplo?
Depende, todo depende, dependeee...
Las personas, todos nosotros, nos enfrentamos a la realidad como si del mismo infierno se tratara, un magma abstruso y agresivo que se empeña constantemente en hacernos la vida imposible y negarnos lo que más deseamos, lo que tanto anhelamos o de veras necesitamos.
¿Qué hacer? Pertrecharte, arroparte, protegerte. Poner orden. Rutinas, manías. Esquemas, reglas, líneas rectas. Mantras, dichos, lemas y moralejas. Esas ridículas simplezas. Voluntad férrea. Hay que dormir ocho horas, tomar zumo y café, comprar un coche, trabajar, follar, ir al fútbol y, ya era hora y de una vez por todas, morir. ¿Por ese orden? No necesariamente. Echar la siesta, comprar ropa, ir de vacaciones, a la playa, visitar enfermos, votar con responsabilidad para variara, ser un demócrata.
Pero cada uno tiene sus rituales particulares. Hay zurdos y diestros. Los que bostezan y se tapan la boca, las de la frente prominente y los del eructo inclemente.
El caso es que todos llegamos a la conclusión de que hay que hacer las cosas de determinada manera y en su correspondiente orden. Reacciones pautadas (y pactadas) ante estímulos previsibles. Nuestra guía de comportamiento asentada con el tiempo. Somos así, qué le vamos a hacer. Son nuestras muletas o supersticiones. Nuestros fetiches, creencias o religiones. El equipo al que sigues o el cantante al que adoras.
¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Quién dice cuando una costumbre pasa de ser sana y necesaria y tener un claro sentido a convertirse en algo preocupante y psiquiátrico? ¿El médico, el susodicho Nadal, Federer que parece más libre y flexible, el Papa Francisco tan campechano, el ejército de psicólogos, Coelhos o psiquiatras? ¿Quién? ¿La ministra de sanidad? ¿La máxima autoridad?
Tú mismo, amigo mío. Disimula, finge si está mal visto, sé normal, comedido, tibio, flojo, melifluo y adaptado, uno más del montón, repite las consignas, vete con la mayoría, donde va le gante con Vicente, haz caso de las campañas de las asociaciones, de la publicidad del estado, de todas las instituciones libres y lo que dicen en las películas mejores y peores, los informativos, que crean que crees, que no lo noten, que sepan que tú también vas con la muchedumbre, con lo que toca en cada época, lo que más se lleva, disfrázate, sé uno mas, gris, anodino, aburrido, intercambiable, invisible, vuélvete un tópico y arremete contra lo que no se pliega, debes ser igual, libre así, verás (tú). Guarda tus vicios secretos prohibidos y opiniones peligrosas jacarandosas para el secreto de tu retiro, para la mazmorra de tu oscura catacumba.
Sí, ya sé, me desvío, ¿y la película?, ¿y la crítica pertinente y tan pendiente?
Va, tranquilos. Mala, sí, ya sabéis. Otra más a la trituradora.
Ahora vamos con la ristra de adjetivos concluyentes: obvia, primaria, simple, aburrida, tonta, superficial, banal, ridícula y cansina. Quizás un poco tierna y algo idiota. Inofensiva y mostrenca. Como ruido de fondo, duermevela, arrullo en la noche o comida para gatos. Como si trataran de ablandar cierta fealdad, achatar para no comprender, ocultar para no mostrar. Lo de siempre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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