Nos encontramos ante un cine brutalmente metafísico e intelectual, una sorpresa de film; Se puede afirmar que es un canto al pensamiento de Freud y Nietzsche: terriblemente despiadada y renovadora, como la filosofía de Friedrich Nietzsche, y transgresora e irrefutable, como el pensamiento de Sigmund Freud.

La película en conjunto refleja de forma realista e impactante la esencia vital, el motor que impulsa a toda persona, y en especial, a todo hombre: el instinto, que es lo verdadero, lo único y lo auténtico. El director, Michael Lehmann, expresa en la cinta un psicoanálisis vitriólico del hombre, con su búsqueda mecanicista de la procreación y la conservación de la especie como fin absoluto, y con un protagonista que, a través de la Cuaresma, se enfrasca en una espiral de sufrimiento y dolor.
Destacada mención merecen los secundarios, cuya deliciosa interpretación hace hincapié constantemente en la idea freudiana de que “el sexo es la fuerza motivadora fundamental de todo comportamiento humano”. Magnífico.

Al mismo tiempo se realiza un profundo análisis del Cristianismo y una condena al mismo (como ya hizo Nietzsche), al reflejar en el protagonista y en su hermano sacerdote la imposibilidad de la negación de lo humano, de lo verdadero, de que nuestra esencia humana, puramente animal, queda destruida por valores cristianos como el celibato, la compasión, el desprecio del cuerpo y la negación del “yo” onanista. Una revisión de la clásica obra de de Nietzsche, El anticristo.

En conclusión, una renovación en el modo de plantear el cine, salvaje e iconoclasta.

PD: Por si alguien no se ha dado cuenta, la crítica es de coña XD. Este subproducto de película es el trozo de mierda más apestoso, repugnante y emético que ha defecado la cinematografía de EEUU, posiblemente desde la ya legendaria Date Movie.