Extravagante filme con un extravagante Jim Carrey. Nos encontramos ante una especie de comedia macabra que parece navegar sin rumbo pero que esconde cierto ingenio bajo la superficie.

La historia es típica, de película de sobremesa directa a televisión: Un loco que entra en la vida del inocente protagonista, del cual se obsesionará sin control, y que comenzará a manipular y amenazar su vida, la de su novia, la de su familia y lo que caiga. No te creas que sobresale en la dirección o algún aspecto técnico, al contrario, parece un trabajo amateur, de diálogos tópicos e interpretaciones lamentables.

Sin embargo sí que destaca un poco, lo suficiente para dejarse ver una vez, porque aparte de ser una de esas películas malas, también es una parodia de las mismas. Ironiza con las motivaciones del loco, con la actitud y valores del héroe, con la reacción de los allegados, con la historia de amor superficial. No solamente eso, es que va más allá y se permite el lujo de criticar a toda una generación de hijos del cable, criados por la televisión, ávidos de historias morbosas para inyectarse por la retina. Los hijos del cable necesitan la historia de amor, el amigo, la violencia, el sexo, el asesino… Y nos convertimos en lo que vemos, así que mejor no cortar la conexión, porque la realidad se puede poner fea. Por si fuera poco, toda la película está aderezada con un sinfín de referencias al cine y la televisión.

Jim Carrey acapara toda la atención, tan pasado de vueltas como de costumbre, o puede que más. El espectáculo es suyo, gesticula como un auténtico pirado obsesivo, un friki al que se le ha ido la pinza por haber visto demasiada tele. Es hilarante a la par que pesado, tan divertido como cansino, vergonzoso pero fascinante. Ni siquiera sé si valorar su grotesca sobreactuación como positiva o negativa, pero es sin duda el alma de la fiesta. A su lado el resto de intérpretes son unos sosos inexpresivos. Bueno, en realidad lo serían igual, están todos horribles.

Es curiosa, por lo extraña que resulta, por el ingenio escondido bajo humor tonto y esa crítica a la droga que es la televisión. Pero también tiene un aire a experimento cómico de serie b realizado entre amigos, cutre y ridículo, difícil de digerir.