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Voto de PabloJ:
7
7,5
11.544
Serie de TV. Western. Drama
Miniserie de TV (2017). 7 episodios. Frank Griffin, un despiadado bandido que está aterrorizando una amplia zona del oeste americano de 1880, va a la caza del joven Roy Goode, un antiguo protegido suyo reconvertido en su mayor enemigo. Roy, huyendo de Frank y su temida banda, se esconde en un rancho de La Belle, Nuevo México, una ciudad compuesta mayormente por mujeres viudas tras el derrumbamiento de la mina donde trabajaban los hombres. (FILMAFFINITY) [+]
17 de octubre de 2018
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Godless podría tener un 9 y ser la mejor serie sobre western de la historia. Sin embargo, tiene algunos problemas:
Es una serie lenta en la que el argumento principal se alarga del primer al último capítulo mediante sucesos sin importancia. Aunque con personajes de tal calibre es posible crear entretenimiento sin mucho movimiento, lo cierto es que son varios los capítulos en los que tienes la sensación que no sólo no ha pasado nada que dé un poco de ajetreo a la serie, sino que tampoco se ha aprovechado para desarrollar mucho a los diferentes personajes.
Es una serie lenta en la que el argumento principal se alarga del primer al último capítulo mediante sucesos sin importancia. Aunque con personajes de tal calibre es posible crear entretenimiento sin mucho movimiento, lo cierto es que son varios los capítulos en los que tienes la sensación que no sólo no ha pasado nada que dé un poco de ajetreo a la serie, sino que tampoco se ha aprovechado para desarrollar mucho a los diferentes personajes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Algo que sí hacen continuamente es sumarles mayor carga emocional con cada capítulo; incluso a Griffin, retratado en un principio como un magnicida pero que puede llegar a sorprender por su calidez.
Aunque algunos personajes, como la alemana, no se han manejado nada bien, rápidamente empiezas a sentir cariño por algunos de ellos y es ésta, junto a una fotografía magistral que conjunta perfectamente con el género y que en los momentos de acción incluso mejora y recuerda a Kitano o a Tarantino, la razón principal por la que decides ver un capítulo tras otro.
Cuando ves que en la serie no sucede demasiado, tienes claro que te están presentando a los personajes para en el capítulo final ponerlos en situaciones complicadas y que sufras y te tenses, ya sintiéndolos tus amigos. Por tanto, el resultado global de la serie deriva, en parte pero directamente, del capítulo final.
Ningún acontecimiento tiene tanto sentido si no es parte de un clímax final, si no es el combustible de la granada emocional que se lanza al final e impacta en el corazón del público.
Esto no sería un problema si ese apogeo fuera tal y el resultado no se antojase vacío, incompleto y tremendamente convencional. Y además con partes estúpidas, como la supervivencia de la prostituta-profesora en el ataque del pasillo, o la carrera estoica de la alemana a pistoletazo dual que ni Uma Thurman en una peli de John Mctiernan y el consiguiente encuentro con su “nuevo” amado (historia de amor de receta rápida con un sofrito muy mal hecho). Estos momentos estúpidos llaman más la atención porque los ves sobresalir del resto de la serie y dan una sensación de artificiosidad al chocar con el respeto, la honestidad y la genuidad con el que se mueve la mayor parte del metraje.
Tampoco resultan bien resueltas otros elementos, más al margen del clímax principal pero igual de necesarios. El sheriff casi no tiene repercusión en la serie, con gafas o sin, es un personaje que sólo hace el estúpido capítulo tras capítulo y no lleva a cabo ninguna epopeya final que nos permita apreciar un cambio en él. La relación entre Roy y Griffin y su banda y los motivos de porque los abandona no se explican bien. Parece que a veces los acontecimientos o los sentimientos vayan a alcanzar una profundidad oceánica pero a veces se quedan apenar tocar la superficie. Si bien es cierto que en la realidad no todo son héroes o personajes que cambian y se superan a sí mismos, pero como he dicho, el último capítulo de la serie debería de haber sido así si el resto de capítulos tenían la misión de aumentar tu empatía hacia el resto de personales para que tus sentimientos implosionen al final. Si no vas a hacer eso, puedes hacer la misma serie pero que dure 3 capítulos y no se haría lenta en ningún momento.
A pesar de ello, una serie buena de cuyo visionado no me arrepiento ni considero tiempo perdido y que es obligatoria para los acólitos del género. Si mi crítica recalca más elementos negativos que positivos es por la tristeza que siento ante la oportunidad perdida. No se me ocurre otra forma mejor de describirla que compararla con aquellos momentos de la vida en los que, sin esperarlo, conoces a una persona en la que ansías profundizar en su personalidad pero que, una vez hecho y revelado su verdadero interior, lo único que puede uno hacer es decepcionarse por haber sido víctima de una ilusión.
Aunque algunos personajes, como la alemana, no se han manejado nada bien, rápidamente empiezas a sentir cariño por algunos de ellos y es ésta, junto a una fotografía magistral que conjunta perfectamente con el género y que en los momentos de acción incluso mejora y recuerda a Kitano o a Tarantino, la razón principal por la que decides ver un capítulo tras otro.
Cuando ves que en la serie no sucede demasiado, tienes claro que te están presentando a los personajes para en el capítulo final ponerlos en situaciones complicadas y que sufras y te tenses, ya sintiéndolos tus amigos. Por tanto, el resultado global de la serie deriva, en parte pero directamente, del capítulo final.
Ningún acontecimiento tiene tanto sentido si no es parte de un clímax final, si no es el combustible de la granada emocional que se lanza al final e impacta en el corazón del público.
Esto no sería un problema si ese apogeo fuera tal y el resultado no se antojase vacío, incompleto y tremendamente convencional. Y además con partes estúpidas, como la supervivencia de la prostituta-profesora en el ataque del pasillo, o la carrera estoica de la alemana a pistoletazo dual que ni Uma Thurman en una peli de John Mctiernan y el consiguiente encuentro con su “nuevo” amado (historia de amor de receta rápida con un sofrito muy mal hecho). Estos momentos estúpidos llaman más la atención porque los ves sobresalir del resto de la serie y dan una sensación de artificiosidad al chocar con el respeto, la honestidad y la genuidad con el que se mueve la mayor parte del metraje.
Tampoco resultan bien resueltas otros elementos, más al margen del clímax principal pero igual de necesarios. El sheriff casi no tiene repercusión en la serie, con gafas o sin, es un personaje que sólo hace el estúpido capítulo tras capítulo y no lleva a cabo ninguna epopeya final que nos permita apreciar un cambio en él. La relación entre Roy y Griffin y su banda y los motivos de porque los abandona no se explican bien. Parece que a veces los acontecimientos o los sentimientos vayan a alcanzar una profundidad oceánica pero a veces se quedan apenar tocar la superficie. Si bien es cierto que en la realidad no todo son héroes o personajes que cambian y se superan a sí mismos, pero como he dicho, el último capítulo de la serie debería de haber sido así si el resto de capítulos tenían la misión de aumentar tu empatía hacia el resto de personales para que tus sentimientos implosionen al final. Si no vas a hacer eso, puedes hacer la misma serie pero que dure 3 capítulos y no se haría lenta en ningún momento.
A pesar de ello, una serie buena de cuyo visionado no me arrepiento ni considero tiempo perdido y que es obligatoria para los acólitos del género. Si mi crítica recalca más elementos negativos que positivos es por la tristeza que siento ante la oportunidad perdida. No se me ocurre otra forma mejor de describirla que compararla con aquellos momentos de la vida en los que, sin esperarlo, conoces a una persona en la que ansías profundizar en su personalidad pero que, una vez hecho y revelado su verdadero interior, lo único que puede uno hacer es decepcionarse por haber sido víctima de una ilusión.