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España España · Barcelona
Voto de LaCasa:
6
Cine negro En los Ángeles de 1949, el gángster “Mickey” Cohen (Sean Penn), nacido en Brooklyn, es el implacable jefe de la mafia; dirige la ciudad a su antojo y todo pasa por él: armas, drogas, prostitutas y cualquier objeto robado. Su clan le protege y le venera, lo consideran su líder. Sus influencias llegan incluso al departamento de policía y algún que otro miembro de la política local. Pero un equipo especial de LAPD, liderado por los ... [+]
6 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aprovechamos su reciente lanzamiento en el mercado doméstico (gentileza de Warner, por cierto) para partir una lanza en favor de la defenestrada propuesta de Ruben Fleischer, esta Gagster Squad (Brigada de élite) que pasó con más pena que gloria por los cines de todo el mundo pese a su repartazo y a la siempre atractiva ubicación en los años 40 (finales), gánsteres y malhechores trufándolo todo. La película funcionó mal, y quizás buena parte de la culpa la tuvieran las terribles críticas que se granjeó en los pases de prensa previos (o no, ya se sabe que estas cosas son impredecibles). El caso es que, lejos de la excelencia, a esta parte de La Casa nos hemos llevado una grata sorpresa con el visionado de la adaptación de los hechos que rodearon la operación de desmantelamiento del chiringuito de uno de los grandes mafiosos de Los Ángeles de hace 60 años, en esa época aún de resaca post-Guerra Mundial: Mickey Cohen. El ex-boxeador (a quien da vida Sean Penn) ve cómo su imperio forjado a base de sangre y tortura se tambalea por la serie de ataques que perpetra un grupo de policías (Josh Brolin, Ryan Gosling, Anthony Mackie, Giovanni Ribisi...) que, a su vez, debe trabajar al margen de la ley para cubrir las espaldas de su superior (Nick Nolte).

Y sí, quien haya pensado en Los intocables de Eliot Ness no andará muy desencaminado (o en cualquier otra), puesto que lo que Fleischer propone, más que una película, es un greatest hits del cine de mafias. Todo en ella es exageradamente reverencial, homenaje pasado de rosca y anacrónico que aglutina lugares comunes copiados casi al milímetro (Sean Penn lleva esponjitas en la boca y parece imitar a Brando, hay un tiroteo en una gran escalinata...) descartando de raíz cualquier intento de cambio de tercio, de innovación u originalidad. Nada de eso le importa, al director de Bienvenidos a Zombieland, y tampoco es que dé pistas falsas de lo contrario: a él, lo que le interesa es el apartado visual de la cinta, y del previsible guion de Will Beall (adaptación, a su vez, del libro de Paul Lieberman), se sirve para enarbolar una auténtica peripecia plagada de cromas y recargadas ambientaciones, de colores hiperalterados y movimientos de cámara imposibles, ralentíes y avances a toda prisa.

Queda un esforzado, manierista, pero atractivo machambrat a caballo entre el videojuego y el cómic animado, clásico y posmoderno a la vez, con pasajes dignos para el recuerdo precisamente por entrar tanto y tan bien por la vista. Y eso, pese a que sus dosis de violencia puedan afectar a los más aprensivos. Claro está que hubiera venido de perlas un acompañamiento igualmente trabajado a otros niveles. No sólo se le puede (y debe) reprochar un entramado construido a base de previsibles giros y lugares comunes exagerados, causantes de numerosos altibajos más que rítmicos, de interés: la trama se acierta con facilidad, el desarrollo de los personajes es nulo y sus relaciones (la de Gosling y Emma Stone incluida) muy poco estimulantes. También habría que plantearse seriamente la figura de Sean Penn, errónea tanto desde el punto de vista del maquillaje como de la interpretación. Sus histrionismos restan cualquier posibilidad de infundir en el espectador ese miedo que se le supone al personaje real (y que sí conseguía, sin esfuerzo aparente, el Al Capone de De Niro).

Que no sea una obra maestra queda, por tanto, fuera de toda duda. Que tampoco sea una gran película, tres cuartos de lo mismo. Pero no menos cierto es que las sensaciones tampoco son las del desbarajuste total que se dijo el día de su estreno. Gangster Squad no cuenta nada nuevo, y lo que cuenta no lo cuenta mejor que cualquiera de esas películas a las que mira (y copia) con descaro. Pero constituye un thriller de acción resultón y moderadamente entretenido, sumamente bien presentado y hasta medio reivindicable.
Es más un 6.5 que un 6...
Por Carlos Giacomelli (La Casa de los Horrores)
LaCasa
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