Hay actores que por circustancias de la vida van hundiéndose indefectiblemente en el fango y hacen de su carreras algo... errático (verbigracia Jim Caviezel o el tiito Cage), y nuestro amigo Bettany lleva una velocidad que da miedo. Básicamente repite de nuevo el único papel que le ofrecen o es capaz de aceptar, el de tipo de gesto hosco pero buen corazón y que se pasa el metraje dando hostias como panes, lo cual en este caso es literal. El sicario de dios es la adaptación de un manga que, visto lo visto, ha de ser necesariamente de mejor calidad, pues el disparate al que asistimos se sale de la escala. Parte de la culpa la tiene un guión deslavazado y que fracasa a la hora de crear personajes interesantes, amén de que reduce a los vampiros (sí señor, hay vampiros), a meras bestias más propias de un videojuego, y por tanto sin el mínimo interés. Si a eso le sumamos que el aspecto visual es un burdo plagio de otras películas previas, amalgamado en un Steam-punk del Oeste americano, tenemos que el espectáculo acaba siendo bastante pobre. En resumen, mediocre propuesta de ciencia ficción que arranca, más que otra cosa, grandes bostezos. Eso sí, es bastante mejor que Legión.