Después de entregar dos dramas intensos –ambos galardonados en el festival de Berlín– Fatih Akin retorna con una comedia dramática, singular, en donde el director salpimenta su labor como cineasta y guionista, constatando que en otro género sus historias también pueden dotarse de interés y resolverlas con ingenio.

Dentro de Soul Kitchen encontramos el sello distintivo de Akin, y es ese que enmarca a inmigrantes del Mediterráneo en una Alemania fortalecida, donde chocan costumbres e intereses y aun así buscan la estabilidad. En la trama podemos encontrar a una gama de personajes que aderezan la vida con la gastronomía, arte, música, juego, sexo y por supuesto las desavenencias del diario acontecer. Muy adhoc con su magna obra "Contra la pared", nadie se toma en serio la vida, hasta determinado momento.

Me ha parecido bastante entretenida y ácida, aunque creo afecta mucho su recreación por el peso del reconocimiento obtenido en antaño, de ahí que no consiga el convencimiento general. Hoy concluyo que es un director arriesgado, con propuesta, autocomplaciente, no busca encumbramiento.

Lo mejor: La fabulosa intervención de Birol Ünel, como el chef desperdiciado.