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Voto de Hitchcock10:
5
Terror Basada en una historia real documentada por los reputados demonólogos Ed y Lorraine Warren. Narra los encuentros sobrenaturales que vivió la familia Perron en su casa de Rhode Island a principios de los 70. El matrimonio Warren, investigadores de renombre en el mundo de los fenómenos paranormales, acudieron a la llamada de esta familia aterrorizada por la presencia en su granja de un ser maligno. (FILMAFFINITY)
6 de agosto de 2013
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sé que mi opinión referente a The Conjuring (Expediente Warren) es contraria a la de mayoría de críticos, pero a pesar de ello (o precisamente por ello) me aventuraré a opinar acerca de una película que me ha parecido tan técnicamente brillante como abúlica en términos de terror o suspense.

Empezando por sus virtudes, que las tiene, estamos ante un título que hace un uso exquisito de los elementos propios del código cinematográfico (intachable montaje, elegantes a la par que dinámicos movimientos de cámara, ejemplar cuidado de los efectos sonoros y de luz) en lugar de recurrir a un efectismo facilón o a sustos baratos.

No sólo eso: he leído en multitud de reseñas que las interpretaciones son consistentemente notables y mucho mejores de lo que últimamente solemos encontrar en este género. En otras palabras, los protagonistas no son meras figuras que gritan, corren y ponen cara de “voy a morir a poco que me descuide”. Totalmente de acuerdo, y además amo a Vera Farmiga, cuya actuación es espléndida, y Lili Taylor también está endiabladamente (no he podido resistirme al chiste fácil) bien.

Los aterrados miembros de la familia acosada por Satán no tienen el comportamiento característicamente suicida, de esos que ponen a uno de los nervios, y hasta se explica de modo convincente por qué continúan viviendo en una casa en la que ocurren fenómenos que no hacen augurar nada bueno.

Se ha alabado asimismo el estilo de rodaje de pelis de terror reminiscente de los años 70 y lo muy logrado que está el clima setentero en que precisamente se ambienta la película. Lo entiendo y lo comparto.

“Muy bien y, ¿cuál es entonces el problema?”, dirán algunos.

Pues que no me dio miedo. Nada. Ni un poquito. Bueno, tal vez con el juego del escondite de la madre y una de las hijas al comienzo de la película. Eso y un par de leves sobresaltos más. Y para de contar.

Sin duda, la anterior obra de James Wan, Insidious, me resultó más inquietante, aunque su tramo final fuera lamentable (e involuntariamente divertido). Y su retorcida Saw (peor película si se la juzga atendiendo a parámetros académicos) tampoco me dejó indiferente.

Pensando otros títulos recientes del género, incluso las en parte fallidas Mamá (que por cierto, no carecía de talento visual) o Sinister (con una interesante vuelta de tuerca y una en parte ignorada reflexión sobre la el potencial generador de violencia de las los medios audiovisuales) me provocaron más miedo. Y no sólo porque contuvieran una mayor cantidad de sobresaltos fáciles (que los había, para qué negarlo), sino porque la atmósfera que creaban era en muchos momentos espeluznante. Mi película de terror favorita es probablemente La semilla del diablo de Polanski, y ahí no había sustos gratuitos, pero acojonaba todo el rato.

The Conjuring, sin embargo, no me dijo nada. Reconozco los no pocos méritos de esta cinta y creo de veras que James Wan atesora clase y prestancia y que los demuestra con creces. Pero a esta virtuosa demostración de talento le falta energía, ímpetu, empuje, brío (“punch”, que dirían los angloparlantes) y, sobre todo, producir un mínimo de suspense y de terror, porque, si una película de miedo no da miedo, entonces es “tó pá ná”.

Así las cosas, The Conjuring es la típica película que, en mi condición de amante del género, deseaba con todas mis fuerzas que me gustara, pero que, siendo honesto conmigo mismo, no me gustó y punto. Pese a todos sus valores cinematográficos, finalmente esta propuesta se queda en un lustroso envoltorio que contiene casi dos horas de soporífero tedio, un envoltorio mortalmente lastrado por una casi absoluta ausencia de tensión.
Hitchcock10
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