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10
7,9
188.261
Acción. Aventuras. Drama
En el año 180, el Imperio Romano domina todo el mundo conocido. Tras una gran victoria sobre los bárbaros del norte, el anciano emperador Marco Aurelio (Richard Harris) decide transferir el poder a Máximo (Russell Crowe), bravo general de sus ejércitos y hombre de inquebrantable lealtad al imperio. Pero su hijo Cómodo (Joaquin Phoenix), que aspiraba al trono, no lo acepta y trata de asesinar a Máximo. (FILMAFFINITY)
19 de agosto de 2009
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En gustos no hay nada escrito, y el cine es y ha sido siempre cuestión de gustos, es un arte de lo más subjetivo. Lejos de dejarse llevar por la perfección técnica, son los sentimientos que nos despierta la obra de manera personal y particular lo que hace que idolatremos una película u otra, y eso se basa más en nuestras situaciones personales que pueden despertar ciertos sentimientos concretos y no en nada más.
Pues bien, a mí personalmente esta película me golpeó bien fuerte. Y no es porque sea una maravilla en el aspecto técnico (que lo es), no es solamente porque su perfecta ambientación transporte como ninguna y se note continuamente la arena, el sudor y la sangre, ni por sus espectaculares y realistas batallas con ese despliegue de tropas romanas (la del comienzo deja la boca abierta. Sin duda la mejor batalla de romanos que he visto en la historia del cine), ni por los vibrantes y emocionantes duelos de Máximo en la arena del circo contra gladiadores, carromatos o tigres encadenados... tan perfectos que te hacen luchar con él (todas las escenas de acción se viven en primera persona), ni por la inolvidable banda sonora de Hans Zimmer (la mejor que ha hecho y plagiada de mil maneras desde entonces). Aunque opino que a pesar de que la historia fuera una mierda, solo merecería verse por su ambientación, su iluminación, su recreación, etc... no es por esto por lo que apuntó directamente hacia mí.
Tampoco fue por su maravilloso guión que no aburre jamás, ni por sus diálogos memorables (ya sean las conversaciones de los mandatarios y sus diferentes visiones filosóficas sobre la esencia del Imperio, o por esas frases para el recuerdo que se quedan grabadas en la memoria y se han hecho míticas (que si "lo que hacemos en vida tiene su eco en la eternidad", que si "volverás a verlos, pero aun no", que si "obtendré mi venganza en esta vida o en la otra", que si mucha "fuerza y honor", que si "roma victi", que si "siempre serviré a Roma" en fin...)), ni por sus escenas de traiciones y conspiraciones. Tampoco fue por esto.
Ni siquiera fueron las actuaciones inmejorables de los secundarios (desde el personaje de Próximo, pasando por Oliver Reed como anciano y decrépito Emperador, y llegando hasta un genial Joaquin Phoenix como uno de los villanos más repugnantes y a la vez lastimosos del cine, por culpa de ese tormento y trauma que tiene su personaje porque su padre no lo ama).
Tampoco fueron las magníficas relaciones entre personajes (ya fueran la del emperador con Cómodo (Phoenix), su hijo carnal o con Máximo (Crowe), su hijo "de corazón". O la de Cómodo con Máximo y esa envidia y rabia que le corroe... o esa vanidad que emana su personaje).
Ni siquiera la combinación de todo lo anterior que acaba dando como resultado escenas realmente poéticas e irrepetibles fue lo que me cautivó de verdad...
Pues bien, a mí personalmente esta película me golpeó bien fuerte. Y no es porque sea una maravilla en el aspecto técnico (que lo es), no es solamente porque su perfecta ambientación transporte como ninguna y se note continuamente la arena, el sudor y la sangre, ni por sus espectaculares y realistas batallas con ese despliegue de tropas romanas (la del comienzo deja la boca abierta. Sin duda la mejor batalla de romanos que he visto en la historia del cine), ni por los vibrantes y emocionantes duelos de Máximo en la arena del circo contra gladiadores, carromatos o tigres encadenados... tan perfectos que te hacen luchar con él (todas las escenas de acción se viven en primera persona), ni por la inolvidable banda sonora de Hans Zimmer (la mejor que ha hecho y plagiada de mil maneras desde entonces). Aunque opino que a pesar de que la historia fuera una mierda, solo merecería verse por su ambientación, su iluminación, su recreación, etc... no es por esto por lo que apuntó directamente hacia mí.
Tampoco fue por su maravilloso guión que no aburre jamás, ni por sus diálogos memorables (ya sean las conversaciones de los mandatarios y sus diferentes visiones filosóficas sobre la esencia del Imperio, o por esas frases para el recuerdo que se quedan grabadas en la memoria y se han hecho míticas (que si "lo que hacemos en vida tiene su eco en la eternidad", que si "volverás a verlos, pero aun no", que si "obtendré mi venganza en esta vida o en la otra", que si mucha "fuerza y honor", que si "roma victi", que si "siempre serviré a Roma" en fin...)), ni por sus escenas de traiciones y conspiraciones. Tampoco fue por esto.
Ni siquiera fueron las actuaciones inmejorables de los secundarios (desde el personaje de Próximo, pasando por Oliver Reed como anciano y decrépito Emperador, y llegando hasta un genial Joaquin Phoenix como uno de los villanos más repugnantes y a la vez lastimosos del cine, por culpa de ese tormento y trauma que tiene su personaje porque su padre no lo ama).
Tampoco fueron las magníficas relaciones entre personajes (ya fueran la del emperador con Cómodo (Phoenix), su hijo carnal o con Máximo (Crowe), su hijo "de corazón". O la de Cómodo con Máximo y esa envidia y rabia que le corroe... o esa vanidad que emana su personaje).
Ni siquiera la combinación de todo lo anterior que acaba dando como resultado escenas realmente poéticas e irrepetibles fue lo que me cautivó de verdad...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
... lo que realmente me hace idolatrar esta película son dos cosas: su personaje principal y ese inolvidable final.
El personaje protagonista de Máximo ES la película, y Crowe no hace de Máximo, ES Máximo. Russell Crowe ES la película, su interpretación es magistral y su Oscar merecidísimo. Carismático y amado siempre, Crowe realiza aquí su mejor trabajo y, teniendo en cuenta que siempre está formidable, creo que es decir mucho.
El personaje de Maximo es el honor personificado, la nobleza y la valentía. No es un personaje bondadoso, no es perfecto, es vengador, un personaje con sus luces y sus sombras, un personaje poderoso y atrayente. Transmite desde el principio todas sus emociones que se viven con él, desde el amor por su familia, pasando por su sufrimiento y tristeza por lo que le han hecho, su dolor contenido o incontenido, su rabia, sus adrenalíticas y energéticas emociones en cada duelo en la arena o en la batalla contra los bárbaros (con esa cara de psicótico con esos ojos de loco cuando está peleando).
Su personaje se hace completamente maravilloso, querido y admirable en todo momento. Y eso es porque además transmite una serie de ideales, transmite su lucha por cosas que para él estan por encima de la vida, ideales que no entienden de fuerzas de flaqueza. Primero por su creencia en la idea de un imperio de orden y civilización tras haber visto la barbarie, y cuando esa idea del imperio se desvanece ante sus ojos, por su lucha para sobrevivir y vengar a su familia. Todas sus luchas siempre se hacen a través de su honor y su valenía a pesar de no tener redención alguna. Los principios de su personaje son de una convicción y de una empatización muy bien recreada. Y como el actor es capaz de transmitir todo eso es algo tan loable como magnífico.
Y luego está la puntilla de ese final que, si la cinta no me pudiera haber parecido perfecta, queda totalmente olvidado por ese gran, emotivo y trascendente final (de los mejores que he visto en el cine).
La vi por primera vez en la televisión creo que a los 16 años. Fue mi película favorita durante años y la he visto incontables veces, siempre acabando con lágrimas en los ojos. La mejor cinta sobre gladiadores que se ha hecho jamás (si no te gusta Gladiator, es dificil que te guste cualquier otra del género peplum) y mi película favorita de Ridley Scott. Intimista, profunda, espectacular y emotiva. Cala todo de manera impactante, el guión es una maravilla y todas sus escenas son valiosas ya sean por un motivo u otro. Deja buenas sensaciones porque transmite la fuerza en la lucha y el espíritu de esa lucha. Indispensable de ver alguna vez en la vida.
Lo mejor: Máximo Crowe.
Lo peor: Vale, es verdad que a un extra romano se le olvidó quitarse el reloj de la muñeca y se ve en una minifracción de segundo.
El personaje protagonista de Máximo ES la película, y Crowe no hace de Máximo, ES Máximo. Russell Crowe ES la película, su interpretación es magistral y su Oscar merecidísimo. Carismático y amado siempre, Crowe realiza aquí su mejor trabajo y, teniendo en cuenta que siempre está formidable, creo que es decir mucho.
El personaje de Maximo es el honor personificado, la nobleza y la valentía. No es un personaje bondadoso, no es perfecto, es vengador, un personaje con sus luces y sus sombras, un personaje poderoso y atrayente. Transmite desde el principio todas sus emociones que se viven con él, desde el amor por su familia, pasando por su sufrimiento y tristeza por lo que le han hecho, su dolor contenido o incontenido, su rabia, sus adrenalíticas y energéticas emociones en cada duelo en la arena o en la batalla contra los bárbaros (con esa cara de psicótico con esos ojos de loco cuando está peleando).
Su personaje se hace completamente maravilloso, querido y admirable en todo momento. Y eso es porque además transmite una serie de ideales, transmite su lucha por cosas que para él estan por encima de la vida, ideales que no entienden de fuerzas de flaqueza. Primero por su creencia en la idea de un imperio de orden y civilización tras haber visto la barbarie, y cuando esa idea del imperio se desvanece ante sus ojos, por su lucha para sobrevivir y vengar a su familia. Todas sus luchas siempre se hacen a través de su honor y su valenía a pesar de no tener redención alguna. Los principios de su personaje son de una convicción y de una empatización muy bien recreada. Y como el actor es capaz de transmitir todo eso es algo tan loable como magnífico.
Y luego está la puntilla de ese final que, si la cinta no me pudiera haber parecido perfecta, queda totalmente olvidado por ese gran, emotivo y trascendente final (de los mejores que he visto en el cine).
La vi por primera vez en la televisión creo que a los 16 años. Fue mi película favorita durante años y la he visto incontables veces, siempre acabando con lágrimas en los ojos. La mejor cinta sobre gladiadores que se ha hecho jamás (si no te gusta Gladiator, es dificil que te guste cualquier otra del género peplum) y mi película favorita de Ridley Scott. Intimista, profunda, espectacular y emotiva. Cala todo de manera impactante, el guión es una maravilla y todas sus escenas son valiosas ya sean por un motivo u otro. Deja buenas sensaciones porque transmite la fuerza en la lucha y el espíritu de esa lucha. Indispensable de ver alguna vez en la vida.
Lo mejor: Máximo Crowe.
Lo peor: Vale, es verdad que a un extra romano se le olvidó quitarse el reloj de la muñeca y se ve en una minifracción de segundo.