Si "2.001. Una odisea del espacio", se puede considerar como el momento clave en el cine del espacio, la primera gran película sobre el espacio, "Gravity" es un nuevo punto de inflexión en el género de la ciencia ficción y del espacio.

Tras ver esta película, entiendo que todo el mundo se esté rindiendo ante este personalísimo proyecto de Alfonso Cuarón y su hijo. Suscribo palabra por palabra todos los elogios que está recibiendo esta película, especialmente lo que ha dicho James Cameron, rendido ante esta nueva obra maestra del cine.

Al igual que el personaje de la película, Ryan Stone, Alfonso Cuarón se lo ha jugado todo a una posibilidad. Plasmar el espacio más realista jamás visto, al nivel de la insuperable "2.001". Agárrense a la butaca, no respiren, abran bien los ojos, pónganse bien las gafas del 3D (por favor, si pueden, no dejen de verla en 3D, porque pocas veces el precio de una entrada en este formato estará tan justificado), y respiren, no se olviden de respirar, porque van a vivir una epopeya en el sentido literal de la palabra, que quita el aire, y te deja con una cara de asombro de principio a fin. Es un viaje por el espacio que todos van a copiar en el futuro, una de las historias de supervivencia más realistas de los últimos años. Es una de esas películas que salvan el año, y hacen que aún sigas creyendo que el cine es magia y tiene futuro. Gente así, como Alfonso Cuarón y todo el equipo de la película, es la que hace que sigamos yendo al cine.

Alfonso Cuarón rodó la mejor película de 2013, y una de las mejores de la década. Sin duda un derroche de inteligencia, humanidad y buenas interpretaciones, aderezadas con una banda sonora espectacular y muy ajustada a la historia que se narra.

Dos actorazos, bordeando la excelencia, lo bordan de principio a fin. George Clooney me ha emocionado, pero Sandra Bullock se ha currado un papel femeninos de esos que quizás no reciba premios (se los merece sin duda), pero que nadie la olvidará. No es santa de mi devoción, pero me da igual, reconozco que aquí lo borda, me la creo, la siento, la toco. Está enorme, inconmensurable.

Habrá quien crea que le sobran o le faltan cosas (puede ser), quien crea que la historia no es creíble (puede ser), y que todo roza el milagro (también puede ser). Pero nadie dirá que tiró el dinero con esta película, nadie dirá que no disfrutó muchísimo con ella, nadie dirá que está vacía de contenido, ni que tiene los mejores efectos y 3D, desde Avatar. Nadie dudará que, como ha dicho Boyero, la historia es profundamente humana. Y muchos pensaremos que hemos estado en el espacio.

¿Tiene errores? Sí, pero son muchos más los aciertos, y no cabe duda de que es la mejor película de 2013, de las mejores de esos años, la que más me emocionó e impactó en esa época, y la que más disfruté.

Ahora ya puedo decir que he estado en el espacio. En la película de Kubrick, "2.001", sentí el espacio. Ahora lo he tocado, y no puedo sacármelo de la cabeza.

Disfruten de esta película, porque es un prodigio visual y un reto individual de un gran director, valiente como ninguno, osado como pocos, virtuoso en grado sumo, y con una visión de puro cine.

"Gravity" no es sólo una película. Es un paseo por el espacio, una oportunidad de saber lo que hay por ahí fuera. Pasará mucho tiempo antes de que veamos una película tan buena como esta.

Seguramente, cuando la revise en mi cabeza, tendré la tentación de bajarle la nota, pero escribo estas líneas para acordarme de que no debo hacerlo, porque he salido del cine con un sabor de boca que no recuerdo desde hace mucho tiempo.

Estamos ante uno de los mayores hitos cinematográficos del cine de ciencia ficción y del espacio. Vayan a verla al cine. Merece la pena.