Abordar temas religiosos, sobre todo relacionados con el cristianismo, es muy complicado, pues complacer a la mayoría es casi imposible; dado que salen a relucir situaciones de tipo político y social que son inherentes a la historia misma. Decir que La Pasión de Cristo es antisemita puede ser delicado; aunque, claro, la forma en que la trama se plantea hace quedar al pueblo judío como el malo del cuento. Desde mi particular punto de vista, Mel Gibson muestra que tiene madera de director, y el trabajo del resto del reparto es destacable. James Caviezel convence, pero no llega a dar ese “extra” que lo podría haber catapultado como uno de los mejores actores del momento. La fotografía es espectacular, así como la ambientación, maquillaje, vestuario y efectos especiales. A pesar de que todos conocemos la historia, el director logra captar nuestra atención de principio a fin. Pero también es válido decir que se abusó de la forma tan sádica en que se plantea el castigo a Jesús, lo que, estoy seguro, a muchos nos dejó abrumados y exhaustos. Lo malo: el abuso de una gran cantidad de clichés del cine Hollywoodense, que por momentos le restan credibilidad al trabajo. Lo original: el uso del Arameo como lengua. Muy recomendable.